Xóchitl…
Pisar los callos de alguien es una forma coloquial de señalar la incomodidad que una persona le provoca a otra. Fue precisamente lo que sucedió sin pretenderlo –por culpa del dueño de las mañaneras—entre Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum. Y todo por no darle el derecho de réplica que la ley permite. La transgresión de los grupos y las formas en este juego sucesorio presidencial tiene encendida la hoguera de la confrontación política mexicana. Además, las violaciones a los procedimientos legales están a la vista y evidencian una guerra electoral –que apenas inicia– sin precedentes. Unos, obsesionados por prolongar el mandato presidencial; otros, por arrebatárselo argumentando un desgobierno ocurrente, insensible, mitómano, corrupto, inepto y ligado más a los grupos delincuenciales que a la ciudadanía. La impunidad y las transas sigilosas de quienes ejercen el poder, galopan en “Caballo de Hacienda” —por actos anticipados de precampaña– y llevan delantera a los adversarios en la disputa por la silla que detenta el Conde de Macuspana.
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