Xóchitl quiere y puede, Claudia no puede y tal vez no quiere
Las primeras dos semanas de campaña han sido muy explícitas en demostrarnos que verdaderamente estamos frente a dos candidatas a la presidencia que se encuentran personal y circunstancialmente en extremos opuestos. Porque más allá de lo que clásicamente se señala que Xóchitl representa el cambio y que Sheinbaum la continuidad, existen muchos otros detalles que, si observamos detalladamente, nos daremos cuenta cómo sería una y cómo la otra en caso de verse favorecida con el voto mayoritario. Ya que, mientras Xóchitl propone políticas novedosas y, más importante aún, se comunica directamente con quienes han sido las víctimas más emblemáticas del gobierno que se va (madres buscadoras, mujeres que han padecido violencia, víctimas de la delincuencia, entre otros); Sheinbaum ha tenido contacto cero con todos estos grupos realmente dolidos y solamente ha pronunciado discursos llenos de generalidades y frases huecas ante públicos totalmente controlados. Pero la cosa no para ahí, en estas dos semanas hemos sido testigos de un despliegue de optimismo muy grande por parte de Xóchitl y de un hastío exactamente igual de grande por parte de Claudia Sheinbaum, ya que es innegable que siempre está de mal humor e incluso, que es agresiva con las personas que se le intentan acercar más allá de las vallas que sus organizadores (gobiernos locales) ponen para controlar a quienes van forzadamente a sus mítines.
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