MEZQUINDAD, ESE MAL

Sus síntomas son aparentemente inofensivos. El mal se

oculta en los pliegues de la ambición por el poder político

(yugo al que se encadena de por vida), pero también se

asoma en una pasión personal: “el amor por el dinero”,

acusó Timoteo. Se llama mezquindad.

Luis Gutiérrez R.

La emergencia de salud por el Coronavirus no ha terminado (está el ejemplo de México, donde el gobierno ha sido incapaz, por lo menos, de poner el ejemplo con el uso del tapabocas). Las consecuencias de la pandemia se dejan sentir en buena parte del mundo: países ricos, en proceso de desarrollo o francamente hundidos en la pobreza, han llevado su preocupación a distintos foros mundiales: el desempleo, la parálisis económica y la hambruna abren sus fauces sobre el planeta. Buena parte de los países se preparan ya para hacerle frente a la grave crisis que se avecina.

En Europa, por ejemplo, avanza la propuesta del Ingreso Básico Universal (IBU), al igual que la Renta Básica Universal (RBU), o ingreso ciudadano, que es un sistema de seguridad social en la que todos los ciudadanos o residentes de un país reciben regularmente una suma de dinero sin condiciones.

Esta propuesta consiste que en algunos casos aporten recursos el gobierno u otra institución pública, privada o extranjera. Que reciban el apoyo todos los ciudadanos residentes, sin que se tome en cuenta si son ricos o pobres, independientemente de cuáles puedan ser otras posibles fuentes de sus ingresos.​

El pasado 15 de junio, el Consejo de Ministros de España, con el respaldo del Congreso de los Diputados, aprobó sin votos en contra un Ingreso Mínimo Vital (IMV) que se propone frenar la pobreza de las familias e impulsar la inclusión laboral ante el desempleo. Este apoyo irá desde una renta mínima de 462 euros hasta los mil 015 euros mensuales (aproximadamente $26.40 pesos por cada euro). Se trata de una prestación de Seguridad Social que garantiza ingresos mínimos a quienes carecen de ellos.

Según el Real Decreto-ley ex pedido por el Consejo de Ministros, la medida beneficiará a 850 mil hogares españoles con 2.3 millones de personas, de las cuales un millón vive en pobreza extrema. Además, las personas que vivan solas recibirán un complemento de 100 euros al mes.

Serán beneficiadas todas las personas de 23 a 65 años de edad, o a partir de los 18 si el solicitante tiene menores a su cargo, con al menos un año de residencia legal en España. El acceso a la ayuda dependerá del nivel de ingresos y del patrimonio de la persona que lo solicite.

Las solicitudes empezaron a tramitarse desde el 15 de junio, aunque todas las que se reciban hasta el 15 de septiembre venidero, tendrán efecto retroactivo al 1 de junio.

Esta decisión del gobierno español apunta, y con sobrada razón, que «el principal interés nacional es el de la cohesión, la unidad y la solidaridad».

No abunda el dinero en España, pero ejemplifica su gobierno que apoya el ánimo solidario con la dura secuela que deja la pandemia: desempleo, aguda fragilidad económica e incremento de la pobreza.

Ánimo solidario que avanza en muchas partes del mundo, excepto en nuestro país, donde han sido calificadas como “politiquería” por parte del jefe del Poder Ejecutivo.

El gobierno mexicano ha desestimado, hasta ahora, los llamados de organizaciones de la sociedad civil, de instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México e incluso voces plurales del Congreso de la Unión.

Las propuestas han sido reiteradas, al igual que las voces de alerta, entre ellas la del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), que la pandemia por el virus SARS-CoV-2 (COVID-19) podría generar hasta 10 millones de personas más en situación de pobreza (por ingresos), y entre 6 y 10 millones más en situación de pobreza extrema. Otros cálculos refieren que habrá agudización del desempleo (más de 15 millones de mexicanos, según algunas fuentes oficiales), en tanto que 40 millones de mexicanos se aproximan a la línea de la pobreza.

¿Qué hace falta? Articular acuerdos colectivos y convertirlos en un pacto de Estado para enfrentar la emergencia, dice la UNAM, y agrega: “Urge una estrategia de política económica y social que se haga cargo de enfrentar las lesivas consecuencias humanas, inmediatas y mediatas, de la pandemia, y de sus repercusiones en el desarrollo de los próximos años”.

Es inadmisible que la acción del poder público siga llegando a destiempo a núcleos de la sociedad indefensos, urgidos de apoyo solidario. El descalabro económico, la crisis financiera, el desempleo, la miseria y aun la hambruna, no pueden, no deben sucumbir ante la mezquindad.  

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