EL LAVADERO

Desde el púlpito de las mañaneras el predicador mayor se lava y desinfecta las manos.  

No acepta otras opiniones que no sean las vertidas por su propia lengua. Siempre gana. Y si pierde, arrebata con un cinismo protagónico y su clásica expresión “yo tengo otros datos”.

Como Pilatos, viendo que nada adelantaba, sino que más bien se promovía tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la gente diciendo: ‘Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis’. (Mateo 27:24).

Así, Poncio Pilatos, un prefecto de Judea de ese entonces, se desentendía de la decisión popular de crucificar a Jesús.

Pero antes mandó desnudar a Jesús y azotarlo con látigos como se hacía con todos los malhechores antes de llevarlos al lugar del suplicio, y lo condenó a morir con muerte de cruz.

Hoy, el pasaje bíblico de Poncio Pilatos se repite diariamente desde el salón de Tesorería de Palacio Nacional.

Lavarse las manos ante un público a modo.

Una de sus numerosas salidas desde su estrado poderoso: “Ustedes ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, porque ustedes se sienten bordados a mano, como una casta divina, privilegiada y (pueden) calumniar impunemente como lo han hecho con nosotros”.

Y, pese a hechos reales que no le favorecen, se victimiza.

Sobredimensiona todo lo que le sucede alrededor y culpa a los conservadores, a los medios de comunicación, a los periodistas y adversarios.

Él siempre tiene la razón.

EL ES-TODO soy yo

“Yo soy la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, por eso detesto a los medios que me critican y recompenso a los que me adulan o callan. Yo soy el creativo, por eso inventé a mis enemigos los neoliberales, los conservadores, los pasquines inmundos y el eterno complot contra mi 4T.

…Yo soy el propietario de todo y de todos, por eso le regalé Santa Lucía al ejército para comprar a buen precio su lealtad.

…Yo soy el señor y dador de vida, el omnipresente, el infalible, el supremo: yo Andrés Manuel López Obrador”.

El texto anterior forma parte de un video que el valiente y excepcional periodista Ricardo Rocha (que en paz descanse mi entrañable amigo) dedicó al presidente López Obrador.

Es importante precisar que Ricardo cubría los eventos del tabasqueño cuando éste se desempeñó como jefe de gobierno del Distrito Federal.

Había una buena amistad; pero ésta se rompió cuando Rocha le reclamó en una mañanera que su nombre aparecía en una lista de periodistas que recibieron dinero durante la administración de Enrique Peña Nieto.

Ricardo Rocha fue un personaje generoso, culto y extraordinario que siempre brilló en el periodismo.

Fue un gran narrador de historias y el primero que le abrió el micrófono al ahora presidente quien, montado en el poder, le dio la espalda.

Por eso se dice que en política “el poder atonta a los inteligentes y a los tontos los vuelve locos”.  

SALINAS, EL DE AZTECA

“Tanto que prometieron y resulta que toda la culpa la tiene un yate, bueno de hecho son dos y bien bonitos…ahh y pagados con mi dinero no con el de el pueblo”, escribe Ricardo Salinas.  

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