Paranoia y purgas en el morenato, a dos semanas de la elección
La destitución fulminante de tres funcionarios del gobierno de Cuitláhuac García Jiménez fue una orden –sin comillas, literal- que le dio Rocío Nahle a quien todavía cobra como gobernador de Veracruz. Los hoy exfuncionarios Yair Ademar Domínguez Vázquez, quien fungía como encargado de la Subsecretaría de Gobierno; Israel Hernández Roldán, ahora exencargado de la Subsecretaría de Asuntos Jurídicos y Legislativos; y Rafael Castillo Zugasti, quien encabezaba el Instituto Veracruzano de Desarrollo Municipal (Invedem), tenían en común ser operadores cercanos del otrora poderoso exsecretario de gobierno Eric Patrocinio Cisneros Burgos. Cisneros salió del gobierno –donde era quien en realidad mandaba- para disputar en serio la candidatura de Morena a la gubernatura a la propia Rocío Nahle, de quien en un principio él mismo fue operador y pieza clave para controlar la administración pública estatal de Veracruz, ante la debilidad e indolencia de Cuitláhuac García. Eric Cisneros acumuló tal cantidad de poder –del bueno y sobre todo del malo-, que se creyó que podía disputar con plenitud de derecho la candidatura a la gubernatura de Veracruz. Al menos, él sí había nacido en su territorio, no como la “elegida” por “ya saben quién”.
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