¡EN LA MIRA DEL PODER!
Jesús Te Ampare
CIRO…
Sucedió
el 20 de junio de 1979. Han transcurrido 44 años.
La guerra civil de Nicaragua estaba en su apogeo, al rojo vivo.
La guerrilla sandinista luchaba contra la dictadura sanguinaria de Anastasio
Somoza.
Bombardeos, francotiradores y el fuego cruzado en las calles, dejaron sin vida
a cientos de personas inocentes.
Hasta ahí llegó el periodista Bill Stewart, de la cadena de televisión
norteamericana ABC, acompañado por su camarógrafo y el técnico de sonido.
En Managua, contrató al intérprete Juan Francisco Espinosa Castro.
En su primer día de actividades Stewart salió muy temprano del hotel
Intercontinental para cubrir la noticia de los daños producidos por los
bombardeos, y otros eventos informativos.
Al llegar a un retén de la Guardia Nacional, el intérprete se adelantó para
conversar con los militares mostrando su acreditación y una bandera blanca.
Como respuesta recibió una ráfaga de disparos que lo dejaron sin vida.
Un soldado le gritó a Stewart: “Ponte de rodillas hijueputa, ponte de
rodillas”. Él, temblando de miedo le dijo: “No español. Yo periodista”. Se puso
de rodillas y se le salieron las lágrimas.
El camarógrafo Jack Clark y el técnico de sonido pudieron ver y grabar desde la
camioneta la escena en la que el guardia encañonó con su M16 la nuca de Stewart
y lo asesinó brutalmente.
La imagen conmovió a la opinión pública mundial.
Esa misma tarde Somoza ofreció una conferencia de prensa donde manifestó sus
condolencias y anunció que había sido nombrada una Corte Militar de
investigación y calificó el crimen como “un caso sumamente doloroso de
incidente aislado”.
Los 97 reporteros extranjeros aprovecharon el momento para leer una nota de
protesta, mientras Somoza “tragaba gordo” y su rostro reflejaba la difícil
situación política que padecía.
La Radio Nacional difundía que Bill Stewart “fue muerto por un francotirador”.
La prensa local propiedad de la familia Somoza, acusó a los corresponsales
extranjeros de “cómplices de los comunistas sandinistas”.
Los homicidios de Stewart y de su traductor provocaron la estrepitosa caída de
Somoza, quien huyó clandestinamente del país con su familia.
En 1980, un año después de la guerra civil, el dictador Somoza fue asesinado a
tiros (en un acto suicida) por Rigoberto López Pérez en Asunción, Paraguay.
Fueron varios los reporteros de Televisa que cubrieron esta guerra civil.
Un domingo, quien esto escribe, “hacía la guardia” en noticieros. Por varias
horas insistí llamando al Bunker donde se escondía Somoza. En uno de tantos
intentos respondió una voz incómoda y me preguntó de donde llamaba. Le expliqué
el motivo y expresó: ¿Qué le interesa saber mozalbete? Era el presidente Somoza
quien estaba en la línea telefónica. Lo primero que se me vino a la mente fue
preguntarle que cuanto duraría la guerra, porque hasta a mi escritorio llegaba
el olor a sangre caliente. Se refirió a mí como un irresponsable por el
cuestionamiento y su respuesta ofensiva duró 40 minutos. Jacobo Zabludovsky
difundió la entrevista completa en el programa 24 horas.
MÁS
PERIODISTAS ASESINADOS
Ejercer el periodismo crítico se ha convertido en un oficio de alto riesgo, lo
que duele porque es un retrato hablado de nuestra indigencia como país.
Algunos colegas internacionales opinan que es más fácil elaborar noticias en
Afganistán o Siria que en México.
El político prefiere una prensa a modo: de elogio y vanagloria. Apapacha las
loas de los incondicionales y desprecia con odio, ira y sadismo las críticas
constructivas.
En el presente régimen han asesinado a más de 43 periodistas, sin contar los
atentados fallidos. Este sexenio es uno de los más sangrientos de la historia.
Los comunicadores evidencian en la prensa, radio y televisión, los abusos de
políticos corruptos, ineptos e hipócritas coludidos con el crimen organizado y
el narcotráfico.
Y esa incomodidad provoca que la prensa se convierta en “blanco seguro” del
poder para esconder sus acciones delictivas.
Han transcurrido siete meses y Ciro Gómez Leyva –de
los pocos conductores que forman opinión pública–, sigue en espera de la
investigación de la fiscalía general de Justicia de la #CDMX para
conocer los nombres de los responsables del atentado. La impunidad persiste y
los criminales andan como demonios sueltos.
El presidente López Obrador mencionó en su momento que Ciro “no está solo”,
además de aseverar que lo apoya “por convicción”, pues, aunque “tenemos
diferencias –(que) son notorias, de dominio público, y las vamos a seguir
teniendo—es completamente reprobable que se atente contra la vida de cualquier
persona, y en este caso de un periodista”.
Sin duda, el titular del programa estelar noticioso de “Imagen”, vive un
infierno porque sabe que está “en la mira” del Conde terco y altanero de
Macuspana.
En una mañanera reciente volvió a arremeter contra Ciro con la siguiente
expresión: “…tiene más dinero que el que tenía en ese entonces”, y lo calificó
de “hipócrita y que no tiene autoridad moral”.
Pero ¿Quién es el autor intelectual del atentado?
López Obrador y Claudia Sheinbaum –con todo el poder de estado que tienen—
saben quién dio la orden para asesinar al periodista.
En la historia política, económica y social, la prensa seguirá siendo centinela
permanente de la democracia, pese a los obstáculos y agresiones del poder
omnímodo.