Golosinas de fentanilo capta a niños indígenas en cuatro estados del norte del país; en 5 años, 518 casos
La estrategia de captación es sencilla: azúcar. Los distribuidores de fentanilo, una peligrosa droga sintética, han encontrado la manera de captar a niños y adolescentes en comunidades indígenas de México enmascarando la peligrosa sustancia entre dulces, golosinas, pasteles y populares bebidas.
Según un informe del Centro de Derechos Humanos de la Montaña de Guerrero Tlachinollan AC, que se ubica en el sur de México, los menores de edad son el blanco más apetecible para los traficantes y es por ello que el consumo se ha disparado en los últimos años. Las familias afectadas por el fenómeno consideran que puede tratarse de una forma de reclutamiento.
«Es un negocio criminal que se ha instalado en las tienditas de las comunidades sin que las autoridades ni personas mayores lo hayan detectado para tomar medidas acordes a los graves daños que está causando a sus hijos», refieren.
Dos adolescentes de la etnia me’phaa, originaros de Tierra Colorada, murieron en 2022 debido a una sobredosis de fentanilo; mientras que en 2021, una niña de 5 años fue llevada a emergencias por una intoxicación con esa droga, que consumió al ingerir una golosina.
En esa misma zona, al menos tres estudiantes fueron intoxicados con esa droga: uno murió por sobredosis y los otros dos fueron internados. En otra comunidad indígena, un joven de unos 15 años se suicidó debido a una crisis de abstinencia que no fue atendida.