‘El narco está destruyendo el tejido social de México’: escritora Yael Weiss
- La escritora y editora publica ‘Hematoma’, un volumen donde reúne personajes que bordean locura y ficción
AN / HG / CDMX.-A Yael Weiss (Ciudad de México, 1977), le gusta mover a sus personajes sobre los límites de la extravagancia y la normalidad. A lo largo de la lectura de Hematoma (Elefanta), somos testigo de un conjunto de relatos que por medio de una sutileza perturbadora nos confrontan con la violencia y el desasosiego cotidiano.
En entrevista, la también conductora del programa de la Revista de la Universidad de México, reconoce le interesan temas como la depresión y la demencia. Se asume además, como alguien que prefiere confiar en el ser humano a pesar de que realidad se empeña en desengañarla.
Pocas expresiones tan gráficas de la estética de la violencia, como un personaje que hace arte con los moretones.
Tengo una verdadera pasión por los moretones y las cicatrices. No me gusta esconderlos. ‘Hematoma’ nace de una experiencia real. Una vez fui golpeada y pasé por un examen forense. La doctora tomó fotos a mis golpes porque le pareció importante. Sucedió en París. El resto del cuento es producto de la ficción. Todo el tiempo nuestro cuerpo está en contacto con la realidad y el mundo, y esto deja huellas. Es parte de la lucha con el mundo material. La relación de los moretones con el cuerpo femenino es polémica. No puedes llevar falda cuando tienes uno. Yo hago bici de montaña de modo que siempre traigo las piernas golpeadas, sin embargo, ahora que salgo en televisión, no puedo ponerme falda si llevo uno. En el caso de las mujeres se pretende que nuestros cuerpos estén perfectos. El relato representa que somos violentados, pero a partir de las marcas que nos deja el mundo donde vivimos.
Varios de tus cuentos plantean un juego perverso, pienso en concreto de ‘Tiempo compartido’.
Creo que esta tendencia a la perversidad, como lo llamas, proviene del inconsciente. Hay algo en la realidad que me raspa. Tal vez provenga de la sexualidad, porque todavía es algo muy escondido. El cuento que mencionas me parece esperanzador. Surgió de un cuestionamiento real. ¿Por qué no podemos ceder nuestros espacios sin ocupar a quien carece de ellos? Si el garage de mi casa está libre casi todo el día, ¿por qué no podría usarlo alguien más? ¿Por qué no le puedo prestar mi casa al indigente si me voy de vacaciones? Desde luego es algo utópico, pero me parecía interesante explorar esta idea.
Idea que parte de la confianza en el ser humano.
Suelo confiar en la gente, prefiero hacerlo aunque me engañen. Es más gacho vivir con la desconfianza.
Mientras leía tus cuentos tenía en mente el cine de David Cronenberg…
Eres la segunda persona que me lo dice, el primero fue Wenceslao Bruciaga. Me gusta mucho Cronenberg aunque me parece demasiado violento.
En ‘Teatro doméstico’ plantea una relación conflictiva y violenta.
El relato nació cuando no podía compartir espacio con mi pareja. En una circunstancia como tal, las emociones están a flor de piel. Ahora que lo pienso, creo que no hay parejas felices en mi ficción. Sin embargo, mi vida es diferente. Vivo con mi pareja y estoy muy contenta con ella, llevamos cuatro años y medio juntos.
Entonces varias de tus historias nacen de experiencias personales.
Sí. Otros surgen de noticias. ‘Escombro’, nació después de leer la historia de un individuo que se disfrazó de topo después del terremoto de 2017. ¿A quién se le ocurre? Varios de mis personajes viven dentro de una realidad no consensuada. A todos, más o menos nos rige el sentido común. Cuando las personas pierden el diálogo se aíslan y entran en conflicto.
Precisamente la soledad y su atmósfera circulan durante la lectura.
Quizá tengo una preocupación por la demencia y la depresión. He tenido experiencias cercanas de gente que se despega de la realidad. Tal vez por eso me interesa entender a las personas frágiles psíquicamente. Yo soy muy frágil mentalmente de hecho.
El cuento de ‘3.141592653’ puede ser visto como un divertimento, pero también como un despliegue obsesivo compulsivo.
Antes de dedicarme a las letras estudié química y estuve muy clavada a la noción de infinito. Creo que su noción es una muestra de fe, nadie nos demuestra su existencia, pero es inabarcable. A la hora de escribir un cuento seleccionas pequeños trozos de cosas para construir una historia.
Tus personajes se mueven sobre la línea que separa la cordura y la locura.
Creo que se mueven en la alienación, están demasiado encerrados en su cabeza. Mientras más violencia hay, más se repliega la gente. A más violencia, más locura. Todo está engranado. Ante los migrantes por ejemplo, nos alienamos y dejamos de dialogar con los demás. En lugar de separarnos entre “fifís” y “chairos”, nuestro presidente tendría que promover el diálogo. En Europa están divididos porque ya no se soportan unos a otros, es un continente enojado. Terminé odiando vivir allá porque abundan las pequeñas violencias intrapersonales.
Europa está enojada ¿y México?
México está muy lastimado, pero la gente todavía no está tan aislada. El narco está destruyendo el tejido social, pero todavía seguimos buscando amigos. Espero que no nos gane el miedo al otro.
Otra vez tu confianza en el ser humano.
Otra vez mi confianza, no quiero que me gane el miedo.