Verborrea
Desde el pódium de las mañaneras—después del sonoro chasquido de dedos–, se gobierna a este país. Desde ahí no solo se genera la agenda del día, se difunden también “logros” de la actual administración en materia económica, política y social.
La función matutina se ha convertido en un espectáculo teatral cotidiano, en un circo mediático y en un arma letal para devastar a todos aquellos considerados detractores (Neoliberales, conservadores, mafia del poder, intelectuales, empresarios, medios de comunicación y periodistas etc.).
Desde esa plataforma se envían amenazas veladas y se engaña al pueblo. Desde ahí se intimida desde ahí se encubre desde ahí se desdeña y desde ahí se exhibe a quienes tienen una opinión distinta a la que presume y disfruta el Todopoderoso.
Los que detentan el poder tienen como propósito no robar, no mentir y no traicionar.
Pero ese fue y es tan solo una estrategia y slogan de campaña porque en los hechos la realidad es otra.
Es la lengua la que da vigor al dueño del micrófono, porque con ésta se miente, se calumnia, se insulta, se rompen relaciones. Es el órgano de la blasfemia, la impiedad, el cinismo y la traición.
Según el escritor griego Esopo, la lengua es la madre de todos los pleitos y discusiones, el origen de las separaciones y las guerras.
Desde el pódium se pueden emitir palabras de autoelogio que agotan mentalmente, y se pierden entre el barullo de las ocurrencias palaciegas.
El Conde de Macuspana afirmó en reciente mañanera que “la corrupción es una fuente posible de financiamiento para el desarrollo, para el bienestar del pueblo”.
De igual manera ha puntualizado: “Para que quede claro, todos los negocios jugosos que se hacen en el país, negocios de corrupción, llevan el visto bueno del presidente de la República”.
O sea, está consciente de que robar (meterle mano al cajón del pueblo) es bueno para hacer política en beneficio de la gente.
Muy al estilo de Robin Hood o Jesús Arriaga, mejor conocido como “Chucho el Roto”.
El primero era un arquetipo de héroe y forajido del folclore inglés medieval admirado por todos y en todas partes. Robaba a los ricos y repartía el botín entre los pobres. Actuaba al margen de la ley y personificaba asimismo la resistencia a la opresión social y una serie de virtudes más personales.
En tanto, “Chucho el Roto” fue un legendario bandido mexicano parecido al bandido social inglés.
Se convirtió en un astuto e inmejorable estafador al no encontrar otro camino para vengarse de un millonario que lo mandó a presidio.
Era conocido como “Chucho el Roto” porque para llevar a cabo sus estafas acostumbraba vestir con suma elegancia al estilo de los adinerados de esos tiempos, en pleno porfiriato, los llamados rotos (elegantes o catrines).
El prestigiado abogado y Notario Público Ignacio Morales Lechuga en reciente artículo lanzó al aire dos interrogantes:
¿Es justificable la corrupción aun si puede desprenderse de ella alguna consecuencia positiva?
¿Bajo qué circunstancias puede ser tolerada e impulsada como instrumento para el desarrollo?
“Los hechos han revelado que su autor (el dueño de las mañaneras) ve ventajas y virtudes en permitir la corrupción y la economía criminal como mecanismo de la actividad económica y la distribución del ingreso”, pormenorizó el también exProcurador General de la República y ex Embajador de México en Francia.
Morales Lechuga percibe, de igual forma, que hay preocupación en el gobierno federal por perder las elecciones, por ello el interés de buscar fuero para el titular del Poder Ejecutivo ante posibles procesos judiciales en su contra.
En las mañaneras pululan los exabruptos y las ocurrencias irreflexivas verbales, como precisa el perspicaz abogado veracruzano.
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