-Teuchitlán iv


Desde a janela

El horror de lo visto en Teuchitlán, Jalisco gracias al descubrimiento de colectivos de la sociedad civil a parte de preocuparnos como país, nos debe de llevar a reflexionar sobre cómo fue que llegamos a este nivel de barbarie y qué medidas se podrían tomar para que no vuelva a haber eventos tan macabros en México.
Primero que nada, debemos de admitir que México siempre ha sido un país en el que la crueldad es algo habitual desde tiempos muy remotos, tan es así que las civilizaciones precolombinas, principalmente las mesoamericanas, se destacaron por tener una cosmovisión basada en el terror – basta con ver las representaciones de sus deidades – y unos métodos muy crueles para agradar a sus divinidades; en pocas palabras, el derramamiento de sangre y el asesinato eran bien vistos.
A lo anterior debemos de sumar la llegada del cristianismo, el cual entre sus múltiples facetas tiene una – con la que no concuerdo – que consiste en exaltar y describir a detalle el martirio tanto de Cristo como de muchos santos, lo cual también ha contribuido para la normalización popular de la crueldad; como comentario aparte les platico que desde que salió hasta la fecha me he rehusado a ver el filme “La Pasión”.
Así tenemos que, ni la época virreinal (es un error de lenguaje llamar como “colonial” a algo que no fue una “colonia”) ni tampoco la época independiente lograron hacer grandes cambios en esa crueldad, más bien la toleraron y hasta la cultivaron mediante la instalación de una pesada burocracia, una impartición de justicia bastante ineficiente y una corrupción generalizada que ha hecho que las autoridades se hagan de la vista gorda frente a las atrocidades cometidas por el llamado “Pueblo Bueno” o “México Profundo”.
Como ejemplos de esta ineficiencia de la procuración y la impartición de justicia por parte del Estado tenemos que todos los linchamientos que se han sabido han resultado impunes y hasta bien vistos por buena parte de la sociedad mexicana, ya que se argumenta que no hay otro remedio contra la delincuencia.
Y peor aún resulta que cuando los grupos criminales se ponen a “impartir justicia”, también son aplaudidos por razones muy similares a las ya comentadas.
Y a esa ineficiencia gubernamental necesariamente le debemos de añadir cosas que el mismo Estado ha hecho para hacer que el crimen sea bien visto por la sociedad, comenzando con la época del PRI.
Así es, el PRI ha sido el gran constructor de instituciones y también de perversiones y un ejemplo de estas últimas es la llamada “Historia de Bronce” que durante décadas fue inculcada, y sigue siéndolo, en todos los rincones del país y en la que se ensalza como héroes inmaculados a personajes verdaderamente sanguinarios como Hidalgo, Juárez y el gran Pancho Villa.
Y otra de las perversiones de la época priísta es que al igual que su mutación actual de color guinda, era válido hacer negocios con el crimen organizado y un ejemplo muy notorio de eso se dio en el Veracruz de la docena trágica de Herrera y Duarte.
La verdad ha sido muy triste y también muy de preocupar esta cara de la historia de México y todavía nos falta comentar la peor parte de la misma y esta se dio a partir de 2018 cuando llegó a la presidencia de la república un personaje que fue tan malévolo que exaltó por todos los medios a su alcance al crimen organizado.
Y seguramente los llamó “humanos”, “buenos muchachos” y decidió no combatirlos y repartirles abrazos en lugar de balazos, porque era uno de ellos; así es, la cereza del pastel en esta historia sobre la crueldad en México ha sido que el mismo Jefe del Estado y del Gobierno no solo haya dejado de combatir al crimen organizado, sino que haya tratado de hacerlo ver como algo normal y hasta bueno.
Y consecuencia de esto último es que el Estado mexicano actual está destruyendo o neutralizando a toda institución con las funciones y capacidades para combatir al crimen organizado, siendo la última reforma al Poder Judicial un buen ejemplo de ello.
¿Saben que varios candidatos a jueces y magistrados son abogados de criminales?
Aparte de la neutralización del poder judicial tenemos la de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la cual debido a la piedra que tiene atravesada no defiende los derechos de las víctimas frente a la inacción del Estado.
También existen comisiones de búsqueda nacional y locales que tienen la consigna de hacer todo menos buscar a los desaparecidos y que están encabezadas por personas que desconocen todo sobre la materia.
Ya comentamos algunas de las causas que han hecho de México un país propenso y tolerante a la barbarie, en la próxima entrega cerraremos este ciclo dedicado al campo de exterminio de Teuchitlán con algunas medidas que consideramos que podrían ser útiles para hacer de nuestro país un lugar menos violento.
felfebas@gmail.com
Twitter: @FelipeFBasilio

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