Ojo: el poder no es para siempre
La Grilla en Tabasco.
¿Por qué los presidentes de la república quieren eternizarse en el poder? ¿Por qué insiste Evo Morales en creer que no hay nadie más que él?
Dieciocho horas antes de la obligada renuncia que conlleva un profundo mensaje a todas las naciones del mundo, la reconocida morenista Elena Poniatowska publicó en Twitter esas interrogantes.
Y ese mensaje radica en que desde el momento en que es elegido, cualquier gobernante, de cualquier nivel, deberá recordar que el cargo y la gloria son efímeros; que en todo momento, como lo dicta el viejo librito de la política, hay que sumar, dar resultados, escuchar y atender críticas, y sobre todo estar plenamente consciente de que todo tiene un principio y un final.
En la última etapa, veinte días de protestas, tres muertos, centenares de heridos, la solicitud del mismo Evo Morales a la OEA para que auditara la elección y en consecuencia la corroboración de que sí hubo fraude, conformaron el contexto en el cual también la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas de ese país se pronunciaron a favor de la voluntad popular y el dictador debió marcharse.
Llegó por la vía democrática hace catorce años. Se reeligió una vez, porque así lo permite la constitución boliviana. Se reeligió por una tercera ocasión, después de violentar y cambiar dicha carta magna valiéndose de su mayoría legislativa. Hizo referéndum para que se le autorizara reelegirse otra vez y la mayoría dijo no, pero aun así una institución electoral dominada por él realizó nueva elección.
Descaradamente hizo fraude. Y, entonces, el indígena otrora cocalero perdió todo aquello que hace casi década y media logró por la vía democrática, con plena legitimidad.
Durante su dictadura, no solo se convirtió en todo lo que tanto condenó como luchador social, sino que persiguió a los opositores y reprimió al periodismo libre.
Ahí queda la lección para los gobernantes de todo signo. Quien ejerza el poder, deberá en todo tiempo estar muy abierto, muy atento a la crítica que le permita equilibrarse y desechar la tentación de la soberbia. Que no se olvide: el poder corrompe.
Desde el poder, se puede llegar al convencimiento de que lo de menos es aplastar a quienes disienten; a los que piensan diferente, olvidando que todos tenemos derecho a pensar libremente, a equivocarnos incluso, y la obligación de respetar lo que piensan los demás.
Tampoco debe olvidar, quien ejerza el poder, que la premisa es tener palabra y no mentir.
Asimismo, los gobernantes, de todos los niveles, deberán recordar siempre que aun cuando hayan sido elegidos democráticamente, nuestras sociedades se conforman, en lo general, por tres o cuatro tipos de ciudadanos:
Uno, los militantes incondicionales; dos, los que en las elecciones les favorecieron por su voto por simpatía al decidir que de los males el menor; tres, los militantes o seguidores convencidos de otros partidos o ideologías; cuatro, quienes no están comprometidos con colores o banderas y, en su calidad de gobernados, jamás serán domesticados y siempre serán severos críticos del gobierno en turno.
En todo caso, ningún gobernante puede darse el lujo de dialogar solo con su base militante, ni incurrir en el autoengaño de encuestas telefónicas o hasta simuladas, que arrojan siempre datos bonitos.
El reto del empoderado siempre será convencer con hechos y jamás olvidar que nada es para siempre.
Mientras tanto, al anochecer el canciller Marcelo Ebrard informó en Twitter que ya había 20 incondicionales de Evo Morales asilados en la embajada mexicana y ofreció, a nombre de nuestro gobierno, brindarle cobijo permanente en México.
Bolivia permaneció durante la noche del domingo entre la algarabía y la zozobra, con el pueblo en las calles mas con vacío de autoridad, en virtud de que toda la “mafia del poder” de ese país quedó descabezada.
Este lunes se definirá quién queda en la presidencia interina, para convocar a elecciones dentro de un plazo máximo de tres meses. Expertos aún no descartan una estratagema del dictador.
Morales se quejó de “golpe de estado”. Empero, la milicia no tomó calles, ni lo encarceló. Simplemente, el comandante de las fuerzas armadas se pronunció al final sumándose al clamor popular.
Twitter: @JOchoaVidal