México, de un plumazo
Tierra de babel.
Ilustración de Igor Morski.
“El Hambre Cero ha sido el eje del mandato de la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) desde que los Organizadores se propusieron en 1945 lograr “la libertad para vivir sin miseria”. Pero con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la visión de la FAO del Hambre Cero para la alimentación y la agricultura como clave para obtener el desarrollo sostenible ha sido adoptada por 193 países y se ha consagrado como uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”, sostuvo Enrique Yeves, Director, Office for Corporate Communication de la FAO, a propósito del Día Mundial de la Alimentación el pasado 16 de octubre.
No dudo de que los esfuerzos han sido muchos, pero no los suficientes ante el peligro de miles de factores que desfavorecen el avance hacia la disminución del hambre y la pésima alimentación. La FAO ha dicho que el hambre mundial “vuelve a aumentar después de un periodo de declive. 821 millones de personas sufren subalimentación crónica, según el informe de El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2018”.
Añade que los conflictos, los fenómenos meteorológicos extremos relacionados con el cambio climático, la recesión económica y el rápido aumento de los niveles de sobrepeso y obesidad están invirtiendo el progreso logrado en la lucha contra el hambre y la malnutrición.
Hay un largo etcétera en esto del hambre que pareciera no tiene fin. Mientras, Rosario Robles Berlanga en la comparecencia ante la Cámara de Diputados como parte de la glosa del VI y último Informe de Gobierno de EPN, expresó: “Yo me atengo a los hechos y a las cifras. Este gobierno sí puede ver a la gente a la cara y sí tuvo vergüenza, porque precisamente se preocupó por lo más importante, que era darle de comer a la gente que no tenía un alimento. Darle de comer a los olvidados de los olvidados, a los más abandonados de este país, a los niños que iban a la escuela sin ninguna alimentación”. Y dio cifras, ¿pa’ qué? ¿Alguien les cree?
En un libro de la enciclopedia El tesoro de la juventud -¿alguien aún lo recuerda- que no hace mucho me regaló mi estimado Paco Mar, leo en la sección “El libro de los ‘por qué’”: “¿Por qué las gotas de lluvia son a veces grandes y a veces pequeñas?”. Al avance de la ciencia, la respuesta se queda corta, desde luego. Pero me acordé de otro amigo que me dijo, estando viendo yo la lluvia caer en una tarde de descanso: “¿A ti te gusta ver gotitas o ver gototas?”.
El caso es que el hambre y la pésima alimentación siguen, la veas chiquita o grandota. ¿Será porque no tomamos conciencia o al gobierno le vale madres, o estamos atados a lo que digan los dueños del dinero? ¿O todo junto? Todos juntos ya…
Ah, pero eso sí, el Programa Sembrando Vida arrancará en un primer año, en 2019, con 220 mil empleos en los estados de Chiapas, Veracruz, Tabasco y Campeche. A los agricultores adscritos se les pagará 5 mil pesos mensuales por jornal, anunció Amlito, el mesías mexicanito, quien luego dijo que cumplirá todos sus compromisos de campaña, pero reconoció que “no se puede todo de un plumazo, vámonos poco a poco para no incumplir ninguno”. O quizás mejor se dejen en el olvido y se diga, simplemente, no se pudo, ustedes perdonen.
Los días y los temas
La FAO aconseja, para lograr el Hambre Cero, desperdiciar menos -¿dónde he escuchado eso?-, y agrega: adoptar una dieta más saludable y sostenible, comprar sólo lo que necesita, almacenar la comida de manera sensata, aprovechar los desperdicio de alimentos, mantener una conversación con las persona que le rodean sobre el respeto por la alimentación –este está cabrón-, mantener nuestros suelos y agua limpios, utilizar menos agua, conocer la procedencia de sus alimentos, apoyar a los productores de alimentos locales, sea un consumidor consciente, entender el etiquetado de los alimentos, comprar productos orgánicos, mantener a flote las poblaciones de peces, convertirse en un defensor del #HambreCero.
Y los gobiernos pueden: poner a los más pobres en primer lugar, trabajar en ámbitos políticos, trabajar juntos, potenciar las administraciones locales, asociarse con el mundo académico y proporcionar igualdad de oportunidades.
Ta güeno, pero ¿y la corrupción en México?
A propósito, de erradicar la pobreza y evitar las enfermedades, más si son crónicas. Dice Arnold Kraus: “Los avances médicos han tendido una suerte de trampa involuntaria: se vive más (no siempre mejor) y se padece más conforme pasan los años. Disminuir el peso de las enfermedades crónicas es indispensable. Salvo los países muy ricos, ningún Estado puede afrontar los gastos secundarios a males crónicos. En países como México los enfermos crónicos son una carga económica imposible de manejar. La trampa, en nuestro caso tiene dos caras: la longevidad, logro de la medicina, y la pobreza, legado de la corrupción y de los desmedidos hurtos”.
De cinismo y anexas
Felicitaciones y mucho éxito para mi amigo Rubén Morales que este miércoles 17 de octubre concreta su proyecto Revista AnalitikFotoPeriodismo, ya en circulación impreso y digital. Ahí nomás, Chato.
Ahí se ven.