Mesas de seguridad penetradas por el crimen
Vértice
Desde la oficina que despacha en Leandro Valle de la ciudad de Xalapa han trascendido las implicaciones del Director de Política Regional de la SEGOB, Héctor Ciprián Méndez con la delincuencia organizada, para quien opera y donde se ha convertido en una gran oreja que los pone al día de los acuerdos y acciones que se toman en las llamadas «Mesas de Seguridad» las cuales ahora se sabe están infiltradas día con día.
Ciprián Méndez lleno de rabia y coraje por el destierro de su protector Cisneros Burgos, ha empezado a mover sus fichas para jugarle las contras al aparato gubernamental, pues se pasea en vehículos oficiales pertenecientes a la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), bajo el amparo del poder y justificándose en ser el Secretario de Acuerdos y Actas de la Mesa Estatal para la Construcción de la Paz.
En una exhaustiva búsqueda y con base a datos policiales, Ciprián Méndez estaría formando parte de la delincuencia organizada, al ser miembro de una célula dedicada al robo de vehículos y venta de auto partes en el vecino estado de Puebla, lo que dejaría al descubierto el control policiaco que mantiene desde su posición en la Mesa Estatal para la Construcción de la Paz, pues es quien coordina las actividades de ámbito policial que ahí se desarrollan, dándole el pitazo a sus socios de las operaciones y acuerdos para combatir los delitos de robo de autos en la entidad veracruzana.
Desde su posición Ciprián Méndez también ha maltratado y pisoteado a alcaldes y funcionarios de diversas áreas. Asimismo el hostigamiento y mal trato al personal que labora en sus oficinas en donde ya dos personas han pedido ser cambiadas de área por los malos tratos del protegido de Cisneros Burgos.
Constantemente se sabe, realiza fiestas con alcohol, sexo y drogas en uno de sus domicilios, ubicado sobre la calle Carlos R. Smith en la colonia Margarita Maza de Juárez, cerca del Panteón Bosques del Recuerdo, en donde participan trabajadores del OPLE y de la propia dependencia, incluyendo a Gabriela Barrios, su actual pareja y segunda al mando de la Dirección de Política Regional, ante quién se debe reportar todo el personal y opera los moches a las nóminas cada quincena.
No cabe duda que Cirpián Méndez le aprendió muy bien a su padrino político Don Boludo, quien lo dejó incrustado en la SEGOB y en la mesa de seguridad, para que le informe todo lo que sucede en acciones contra la actividad delictiva y policial en el Estado, para seguir informándole de primera mano a sus «socios malandros» las acciones que se plantean y que vayan un paso adelante de las fuerzas del orden estatales y federales.
No se explica uno cómo Cirpián Méndez pudo acreditar los exámenes de control y confianza siendo un pillo al servicio de la delincuencia organizada, ni se explica uno como lo sigue manteniendo Cuitláhuac García en el aparato gubernamental desempeñando un cargo tan importante como el que ostenta y desde donde tiene totalmente infiltradas las mesas de seguridad donde participa el propio Cuitláhuac.
¡Ya basta!