La “voz del pueblo”

Rúbrica

Los resultados de las elecciones del pasado domingo dejan varios asuntos sobre los que vale la pena realizar un análisis puntual.

Empecemos por la elección judicial. La ínfima participación ciudadana que convocó, a lo mucho, al 13 por ciento de un padrón electoral de 100 millones de personas, solo pone en evidencia la principal falacia con la que justificaron este desastre: la destrucción del actual Poder Judicial no es algo que el “pueblo” deseara o pidiese. Ni en los comicios presidenciales del año pasado, ni ahora.

Y la ciudadanía lo demostró de una manera contundente: 87 por ciento de los electores en lista nominal decidió no convalidar un proceso que no ofrecía ninguna garantía ni certeza democrática, y al que ni siquiera le entendían porque sus perpetradores lo complicaron de manera estúpidamente absurda.

Tanto así, que los nombres de quienes están perfilándose como “ganadores” para integrar la Suprema Corte de Justicia de la Nación son los mismos que aparecían en varios de los “acordeones” que operadores del régimen repartieron sin pudor alguno las semanas previas a la elección e incluso el mismo día de la jornada, violando de manera flagrante las mismas reglas que el morenato aprobó para llevarla a cabo. No hubo ni había posibilidad de que hubiese un voto informado, consciente y libre, garantías indispensables para que sea verdaderamente democrático.

Ni la supuesta aprobación de “80 por ciento” de la presidenta Claudia Sheinbaum que presume la propaganda oficial, ni la coacción a los beneficiarios de los programas sociales, y ni siquiera las dádivas con las que suelen “movilizar” –acarrear, pues- a los votantes, fueron suficientes más que para protagonizar un ridículo de proporciones astronómicas. Aunque en algo sí tienen razón: sí fue una elección histórica. La peor. La del porcentaje de participación más bajo en toda la historia de México.

Pero incluso entre quienes decidieron acudir a votar voluntariamente, se mandó un mensaje devastador al régimen: el nivel de anulación de los sufragios fue altísimo, de alrededor de 22 por ciento. Lo cual reduce los niveles de aceptación de la reforma y elección judicial a menos de 10 por ciento. Quizás un 8, si no es que menos.

Eso solo significa una cosa: se trata de un proceso ilegítimo –además de evidentemente plagado de ilegalidades-, que no fue respaldado por el “pueblo”, sobre todo entendiendo el término en su verdadera acepción: la gente, la población, que somos todos los habitantes de este país y no únicamente sus clientelas políticas. Y ni éstas, salieron a votar.

La responsabilidad de este fiasco es totalmente atribuible al morenato, a Claudia Sheinbaum y a Andrés Manuel López Obrador, quien ni porque salió de su escondite a promover el voto con “acordeón”, logró que “su pueblo”, como lo llamaba con sobrada arrogancia, lo imitara. Y sobre ellos recaerá también la responsabilidad histórica del aniquilamiento de la división de poderes, de la certeza jurídica y del de por sí endeble estado de Derecho en el país.

Pero no fue el único mensaje lanzado este domingo. Particularmente en el estado de Veracruz, las elecciones municipales que se celebraron a la par de las judiciales también pusieron varias cosas en su lugar.

Morena, que con absoluta soberbia ninguneó a sus aliados, a muchos de sus militantes y a los ciudadanos; cuya dirigente nacional alardeaba que si querían podían ganar los 212 municipios veracruzanos, sufrió un descalabro que en realidad nadie se esperaba: de más de 150 ayuntamientos que gobierna, ganó solamente en 71.

Algunos se los quedaron “aliados”, como el Verde o el Partido del Trabajo. Y aunque es probable que en el camino varios terminen “brincando” al partido oficial, en las urnas el mensaje del “pueblo” fue categórico: Morena no es invencible, no es indispensable ni su única alternativa y un voto de castigo, como el del 1 de junio, lo puede derrumbar.

Otro mensaje es que la población está harta de lo mismo de siempre y es capaz de probar otros caminos, aunque no tengan sustancia alguna, lo que quedó de manifiesto con el sorprendente crecimiento de Movimiento Ciudadano, que postulando candidatos bastante cuestionables, sin propuestas serias pero apostándole a campañas llamativas, se erigió como la segunda fuerza electoral en Veracruz. Para pensarse.

Por su parte, PRI y PAN están terminando de desfondarse y si no se renuevan con cuadros que entiendan los tiempos que se viven, si no dejan de ser un club de cuates que se reparten entre sí las migajas de lo que les queda del pastel del poder y sobre todo, si no echan a patadas a sus pésimos dirigentes, que lo único que han provocado es encono y divisiones internas, están condenados a desaparecer en las elecciones intermedias de 2027.

Así sonó este domingo la “voz del pueblo” que, dicen, es la voz de Dios.

Email: aureliocontreras@gmail.com

X: @yeyocontreras

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