El clero denuncia que la exposición continúa de hechos violentos “abona a normalizar la violencia”
Foto: Cuartoscuro
- “Lamentablemente, la violencia se ha normalizado hasta convertirse en parte de la vida cotidiana de nuestros jóvenes”, señaló la organización clerical en su editorial dominical Desde la Fe.
EFE / MÉXICO.- La Iglesia católica condenó este domingo la violencia que se ha normalizado entre jóvenes, luego de que algunos casos de peleas violentas se hicieran virales en los últimos días y que dejaron víctimas hospitalizadas por las lesiones ocasionadas por los golpes.
“Lamentablemente, la violencia se ha normalizado hasta convertirse en parte de la vida cotidiana de nuestros jóvenes”, señaló la organización en su editorial dominical Desde la Fe.
La Iglesia se refirió así al caso de Ernesto Calderón, que se viralizó luego de que circulara en redes sociales un video en el que se ve a un grupo de individuos golpearlo brutalmente en Puebla.
Debido a la agresión, el joven se mantiene hospitalizado con fracturas en la cara y con el riesgo de perder la movilidad de su ojo.
Mientras que en Quintana Roo, se viralizó el caso de otro joven que fue golpeado con bates por un grupo de unos 15 adolescentes, quienes lo dejaron inconsciente y con una fractura craneoencefálica.
La Iglesia aseguró que la violencia tiene una causa multifactorial, que va desde la desatención de los padres de familia hasta la exposición continua a contenidos violentos y la pérdida de valores.
“Es una dolorosa realidad en la que todos hemos colaborado, quizás sin percatarnos”, reconoció.
Señaló que esta problemática es esperada, ya que las máximas autoridades de gobierno ejercen una constante violencia verbal hacia quienes ejercen su misma vocación.
“Ellos deberían ser un ejemplo de respeto y tolerancia para mostrar a sus gobernados que la política es un verdadero servicio encaminado al bien de la familia humana, por encima de cualquier animadversión”, enfatizó.
Acusó que la exposición continua y prolongada de contenidos violentos ha abonado a normalizar la violencia “al grado de justificarla y practicarla”, además de que ahora es sinónimo de poder y admiración.
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