Educación… otra crisis más
Mutatis mutandis
Como otras, sus influencias y consecuencias las padecen y sufren, las generaciones presentes y futuras.
Se sabía y alertó, era de esperarse una crisis en el sector educativo, así como en la Economía y las finanzas públicas.
Recuérdese. La educación es, antes y después de todo, derecho humano y obligación de Estado. Así de simple.
¿En dónde estaban y están los gobernantes y funcionarios públicos encargados de preverlas y atenderlas? ¿Qué hacían y hacen, además de cobrar y subsistir parasitariamente, con cargo al presupuesto? ¿Con qué información confiable, actualizada se cuenta y dispone, para consulta pública? ¿Cuáles son los estudios y diagnósticos en los que se basan las decisiones gubernamentales y sus políticas y acciones?
Hay que preguntar y decirlo, porque se ha vuelto costumbre, para muchos gobernantes, hablar de lo que no saben, atender lo que ignoran y resolver lo que desconocen. No entienden, ni atienden, ni distinguen lo necesario y urgente. Improvisan, fantasean, e imponen ocurrencias y barbaridades, distractores y entretenimiento. Y claro los problemas crecen, se multiplican y complican.
Abundan, las oportunidades de comentar los efectos en la Educación, sus pérdidas y retrocesos, así como sus oportunidades y potencialidades.
Habría que decir que, si bien demasiado será afectado y trastornado, habría que considerar y tomar muy en cuenta, las diferencias y características de los diversos niveles educativos, sus formas y medios, así como las distintas regiones donde se realiza.
Por lo pronto, aproximadamente, 38 millones de alumnos, 4 millones de académicos y trabajadores y, desde luego, las familias de ambos, han sido afectados directamente.
Urge analizar y revisar, causas y consecuencias en todos los niveles: preescolar, primaria, secundaria, bachillerato, superior y capacitación para el trabajo.
Atenderse y considerarse, aspectos importantes, de acuerdo a cambios en horarios, medio educativo (preponderantemente a distancia), material y equipo de enseñanza y aprendizaje.
Incluso, actualizar y analizar, que se puede y debe hacer. Utilizar infraestructura, material y equipo, y recursos humanos disponibles, en el sector educativo. Se habla de más de 300 mil escuelas.
¿Queremos edificios vacíos, oficinas, salones, mobiliario y equipo sin utilizar, ni aprovechar? ¿De qué opciones y aprovechamientos se dispone? ¿Cuál conectividad, plataforma, digitalización y distancia?
¿Qué debe hacer la Universidad Pública?
Todo un mundo con su complejidad y trascendencia propias.
SERVIDORES PÚBLICOS QUE SIRVAN.
Nunca está por demás insistir e insistir.
Quienes gobiernan, sean electos o contratados, funcionarios, o simples servidores públicos, todos están para servir a quien de origen y permanentemente, es y tiene la autoridad: esto es, la soberanía popular.
Servir siempre legal y legítimamente, basados en el Estado de Derecho y el seguimiento, control y evaluación ciudadana y social. Obligados a entregar, en tiempo y forma, resultados positivos, efectivos y comprobables, con el buen uso de recursos públicos y atribuciones institucionales.
No con repetidos y desgastados discursos, inundados de buenas intenciones y mejores declaraciones. Ni con entretenimiento, distracción y encubrimiento, ante incumplimiento, simulación o desviación de obligaciones y deberes; o ante ocultamiento o minimización de errores, pérdidas, retrocesos y hasta actos delictivos. Cumplir y hacer cumplir la ley, a tiempo, a todos y en forma efectiva.
Con o sin pandemia, a los gobiernos se debe exigir siempre, suficientes y efectivas políticas y acciones, que garanticen buenos y mejores resultados.
Nada de que el gobierno se define, adapta y fortalece solo; mucho menos que se autodefine y manda por su cuenta.
Recordarlo y tenerlo presente pues, en una Democracia, hay que renovar e innovar, apoyar o corregir, actitudes y enfoques gubernamentales y sociales, sobre todo, frente a la nueva realidad, que día a día se hace presente.
En todo caso y situación, es imprescindible presencia, participación y evaluación ciudadana y social. Nunca olvidar que todos y cada uno de los servidores públicos debe servir. Responsabilidad, capacidad. Eficiencia y honestidad.
A las crisis de salud, seguridad pública, economía y finanzas públicas, hay que agregar la de educación y las que siguen.
Cierto que algunas, son alentadas por contextos e influencias nacionales y mundiales, como la ocasionada por la pandemia que vino a afectar, el de por si cuestionado y desatendido sector salud gubernamental, tanto insuficiente como deficiente y, ahora, indiscutiblemente urgido de apoyo y fortalecimiento.
Y cierto también que otras crisis y problemas, se ocasionan, complican y aceleran por gobiernos que no saben lo que hacen; o incapaces, ineptos y corruptos, no hacen lo que deben hacer.
Inocultables, aumentan los millones y millones de desatendidos o abandonados, víctimas y sacrificados, por gobiernos incapaces de hacer realidad, tanto el derecho a salir de pobreza, hambre y marginación; como, disminuir y erradicar, inestabilidad, corrupción y violencia.
Muertos y más muertos, el denominador común de gobiernos de todos colores, ámbitos y niveles. Imprescindible distinguir buenos de malos o peores. ¿Quiénes cumplen, son responsables y capaces? ¿Quiénes son ineptos o incapaces, corruptos y hasta delincuentes?
Es el hacer y no el decir; son los hechos y resultados comprobables, no los discursos y distractores, los que sirven y ayudan. Incuestionable, los resultados los delatan y señalan, los identifican y distinguen.
Ante ciudadanía y sociedad que aspiran tener más y mejores oportunidades, y que exigen sostener un proyecto de vida digno y propio.
Hoy como siempre, es preciso entender y atender la magnitud, dinámica y alcances del cambio. Empezando, por exigir información y análisis, diagnósticos y estudios actualizados, sustentados y confiables. No se puede atender y resolver lo que no se sabe o mal conoce; y además, asegurarse de consolidar y fortalecer lo positivo y favorable alcanzado, así como cambiar lo que se deba cambiar, porque asegurar logros y avances, y reformarse y actualizarse, es también, un deber ineludible del gobierno. Si no lo hace, si no cumple cuando menos con la doble obligación, de atender el presente y prever el futuro, entonces hay que cambiar el gobierno y, desde luego, señalar responsabilidades, enjuiciar y aplicar las sanciones correspondientes.
Por no hacerlo, prevalecerán y dominaran, irresponsabilidad, incapacidad e ineficiencia, caracterizando e imponiendo gobiernos de corrupción y delincuencia, simulación e impunidad.
Academico.IIESESUV @RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH