En días pasados di a conocer uno de mis más recientes libros que lleva por nombre: “Universidad Veracruzana: su pasado inmediato y sus retos actuales”, al margen de que, como cualquier obra, el proceso de edición puede registrar detalles, lo relevante es abrir el debate público y transparente de lo que sucede con nuestra Máxima Casa de Estudios”. La información no fue fácil de conseguir, pues incluso habiendo sido solicitada a través de la Plataforma Nacional de Transparencia (PNT) hubo reiteradas negativas por el proveedor (actual administración de la UV a cargo del Rector Martín Aguilar) y en otros casos, lapsos de tiempo muy amplios (2 o 3 meses) para responder.
Como se señala desde la Introducción del libro, “Este diagnóstico no es final, sino un punto de partida para la reflexión colectiva, la toma de decisiones informadas y la construcción colaborativa de un proyecto universitario a la altura del siglo XXI”, buscando rescatar a nuestra Alma Mater del ostracismo académico y olvido en que ha caído y reedificarla para volver a ubicarla entre las mejores universidades del país, pero sobre todo, que se convierta en el motor del desarrollo de la entidad Veracruzana.
Se trata de que la sociedad veracruzana esté informada de lo que sucede con su universidad, pues finalmente el presupuesto que se asigna y ejerce, sea del ámbito estatal o federal, proviene de los impuestos que pagamos los veracruzanos y la UV se construyó para potenciar el desarrollo de la entidad, no para privilegiar a grupos de poder que se han enquistado y destruido lo que generaciones de académicos construyeron.
¿Qué tan mal está nuestra universidad con el actual Rectorado del Dr. Martín Aguilar y por qué urge reconstruirla? Veamos algunas cifras e información relevante a nivel de numeraria, para que cada quien se forje su propio criterio de lo mal o bien que está nuestra querida universidad.