Soberbia, excesos y delitos electorales
La violación contumaz de las leyes en que incurre cotidianamente el obradorato en el poder tiene que ver con una actitud propia de los regímenes autoritarios: la sensación de que no va a pasar nada, la certeza de la impunidad, que a su vez se traduce en una grosera soberbia y un cinismo soez. Las adelantadísimas campañas que con cargo al erario realizaron gran cantidad de funcionarios durante por los menos dos años antes de los periodos legales establecidos, deberían haber sido motivo suficiente para negar el registro de buena parte de las candidaturas que hoy buscan acceder a nuevos puestos de poder. Pero la realidad es que el sistema electoral que hace poco más de dos décadas abrió paso a la alternancia en el poder en México y que llegó a ser verdaderamente ejemplar, hoy ha sido rebasado. Se le ha debilitado a tal grado, que las autoridades electorales no se atreven a actuar contra los infractores. Menos aún, si son del bando que se encuentra en el gobierno.
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