¿LA RUTA DEL CAMBIO?
Muchos mexicanos han de recordar la escena, captada hace poco más de un par de años por un noticiero de televisión.
El presidente López Obrador andaba de gira por la zona cañera de la Huasteca hidalguense, cuando advirtió, cerca de él, a un modesto campesino que con un rudimentario trapiche extraía jugo fresco de dos cañas blancas.
Lo ayudaba en estrechos círculos un caballo cansino, que tiraba de un cable y hacía funcionar el rústico molino.
Cuando el campesino advirtió la presencia de la importante visita, depositó en un vaso la dulce y refrescante bebida, y la ofreció con satisfacción al recién llegado: “Está muy fresca, recién hecha”.
Con el molino del trapiche, el productor cañero y la bestia de tiro, AMLO aprovechó la oportunidad para disertar sobre lo importante que es crear oportunidades de empleo, con otro ejemplo: la producción y molienda de maíz y habas, para producir los sabrosos tlacoyos que luego los campesinos llevan a vender en los populosos tianguis de las ciudades.
Luego reforzó el parecer presidencial su convicción de que cuando los jóvenes mexicanos van a estudiar en las universidades del extranjero, lo único que hacen es aprender “malas mañas”.
¿Será ésta la ruta del cambio por la que nos está encaminando el constructor de la Cuarta Transformación de México, la ya avizorada 4T?
Si así es, podemos incorporar entonces los reiterados intentos para aniquilar el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), con todo y sus investigadores, o el prestigiado Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT).
Dos objetivos mayores y espectaculares podrían estarse maquinando en los afanes del poder. Nada menos que la eventual nulidad o inutilidad de dos de les Poderes que todavía sostienen la vida institucional de México, el Judicial y el Legislativo, y acotar el Ejecutivo hasta convertirlo en mando unipersonal. Recordemos que, en política, “lo que parece, es”.
Hay más en la cuenta, de modo que las pretensiones de pedir disculpas al Vaticano o al gobierno de España por “los abusos” de los soldados españoles y los clérigos católicos durante el periodo de la Conquista, parece que se quedaron en lo anecdótico, si no es que en lo francamente ridículo.
En la lista negra del jefe del Ejecutivo sigue estando el Instituto Nacional Electoral, (antiguo IFE), garante de procesos electorales a la altura de las democracias modernas. Muchas veces AMLO ha dicho que el INE debe desaparecer como tal. ¿Por qué? Las respuestas de AMLO y de sus estrategas a esta pregunta no han sido claras ni satisfactorias. ¿Por qué arremete contra la institución que le reconoció la victoria? La única respuesta entendible es que el presidente quiere todo el control.
Hay un posible talón de Aquiles. Apunta a que Lorenzo Córdova Vianello es hijo del Dr. Arnaldo Córdova, (ex maestro de López Obrador en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM), politólogo, analista político, historiador y militante inequívoco de las causas progresistas de México, fallecido en 2014.
Al igual que su padre, Lorenzo realizó estudios superiores en Italia. Aparte de ser Licenciado en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México, es Doctor de Investigación en Teoría Política por la Universidad de Turín e investigador Titular “B” del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, en donde fue coordinador del área de Derecho Electoral. El Sistema Nacional de Investigadores (SNI) lo reconoce como Investigador Nacional nivel III.
Como lo advertirá el lector, estos méritos educativos y académicos podrían resultar inadmisibles para quien obtuvo en 1987 la licenciatura en Derecho por la UNAM, 11 años después de haber presentado su examen profesional, que además ha descalificado públicamente los estudios universitarios de mexicanos en el extranjero.
Otra posible explicación, expuesta recientemente por el acreditado comunicólogo Mario Campos Cortés, es la insistencia de AMLO en falsos debates, tal vez para mantener la atención de los medios: sean las organizaciones de la sociedad civil o sus propias herramientas de comunicación (prensa fifí, las llama).
Recientemente puso al centro de sus diatribas a las universidades, con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) al frente, a la que ha combatido irracionalmente. En todos los casos hay una señal constante: descalifica todo lo que no sea él como eje de Morena, su organización política. Sus epítetos descalificadores tienen un pobre repertorio gramatical: corruptos, neoliberales, conservadores, adversarios, aspiracionistas clasemedieros…
No agravian ni estorban a los verdaderos enemigos de la sociedad: violencia, crimen organizado, asesinatos impunes, pillerías protegidas, más corrupción, desempleo, salud pública deficitaria, contaminación abierta del ambiente, luz verde a más refinerías petroleras…
Mientras Estados Unidos otorga más incentivos a la fabricación de automóviles eléctricos, nuestro Pemex rompe récord en la producción de combustóleo (30.4%), la gasolina (27.8%), al diésel (14.1%) y al gas LP (11.6 por ciento).
Repreguntamos: ¿esta es la ruta del cambio?
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