Sergio Obeso Rivera

Columna 33.

  • ¿La Lengua Asesina?

     ¿Cuál de los diez mandamientos has violado? – consultó en desayuno efectuado en el restaurante del céntrico hotel María Victoria.

                — Todos,  menos uno… El cinco, el no matarás –, contestó el reportero ante el testimonio de dos de las grandes mentalidades del catolicismo veracruzano: Guillermo Ranzahuer González, obispo de la Diócesis de San Andrés Tuxtla y el director de la oficina de Comunicación Social de la Arquidiócesis de Xalapa, José Benigno Zilli Mánica.

                Trajo a la mesa la reflexión del papa Francisco en el sentido de que se puede matar con un cuchillo, pero también con el enfado, el insulto y la lengua.

                El doctor en teología Sergio Obeso Rivera, era difícil de convencer y de hablar. No gustaba de bromas, de pláticas ligeras y de cuestionamientos periodísticos en busca de verdades que pretendieran evidenciar el comportamiento de la iglesia católica, el de sus ministros y feligreses.

                Apuntó:

                — El papa Francisco en cierta ocasión recordó al apóstol Santiago, “…un barco se conduce por el timón, y a una persona la conduce la lengua”.

                El sacerdote, el obispo y el cardenal, era frío, cerebral, conocedor del alma humana, sus motivaciones, fortalezas y debilidades.

                — Jesús dijo – rememora –: “No hablen mal unos de otros, no se disminuyan, no se descalifiquen. En el fondo todos estamos caminando por el mismo camino”.

                Discreto, silencioso, medía el tiempo de la respuesta, calculaba el impacto de la palabra, no invertía atención en banalidades, en asuntos de superficie ni en daños colaterales. Averiguaba el origen de la manifestación verbal o escrita del humano, del laico, del religioso, del líder social, del político.

                Atrajo citas bíblicas:

                — Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él que “…y la verdad os hará libres”. Esa coincidencia entre la afirmación y los hechos, la cual incluye la honestidad, la buena fe y la sinceridad humana.

                La verdad libera con el auxilio del estudio, del conocimiento, de la investigación, del análisis, con el razonamiento y la propuesta.

                El Concilio Vaticano Segundo, declaró en Dignitatis Humanae Número 2, que el hombre es impulsado por su propia naturaleza a buscar la verdad y además tiene la obligación de buscarla.

                En la encíclica Varitatis Splendor, San Juan Pablo Segundo, afirma que “…la libertad que se somete a la verdad conduce a la persona a su verdadero bien”.

                — Ejercer el periodismo en medio de un apocalípsis no es peligroso, sino mortal. ¿Cuántos de ustedes han sido víctimas del secuestro, de la extorsión, de la tortura, desaparecidos o muertos en aras de la libertad?

                El promotor de la canonización de Rafael Guízar y Valencia, y creador de las diócesis de Córdoba y de Orizaba, evita hablar sobre temas políticos y concentra su atención en la publicidad, en la imagen, en la propaganda.

                — El periodismo es tan necesario que nosotros contamos con oficina de Comunicación Social, la cual edita el semanario Alégrate y el boletín dominical de la Parroquia del Sagrario de la Catedral Metropolitana de Xalapa.

                Aunque la propaganda surge en Persia (hoy Irán) con el rey Darío Primero, el papa Gregorio XV establece la Sacra Congregación para la Propagación de la Fe de la Iglesia Católica y Romana (hoy Congregación para la Evangelización de los Pueblos).

                El Ministerio de Propaganda del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (Nazi, por sus siglas en alemán), encabezada por Paul Joseph Goebbels Holdenhause, la transforma en poderosa arma publicitaria para afianzar la imagen de Adolfo Hitler Pölzl.

                En su archivo personal escribió alrededor de siete mil páginas manuscritas y cerca de 50 mil mecanografiadas, en el cual ocupan lugar preponderante “Los once principios de la propaganda” que en su momento hicieron estremecer al mundo.

                Sergio Obeso Rivera tomaba conclusiones certeras, puntuales, sin el mínimo error de cálculo, siempre bajo el manto protector de las sentencias bíblicas o de las homilías papales.

                El tiempo no doblegó su conservadurismo, defendió las tradiciones, no era afecto a los cambios demandados por la política, la economía, la sociedad, la cultura, la ciencia o la tecnología.

                En él no hubo ramificaciones, era de una sola pieza. No replicaba lo expresado, primero pensaba y luego recurría a la solidez de los hechos.

                Las campanas de los templos católicos de la arquidiócesis de Xalapa, sonaron después de las ocho de la noche del domingo once de agosto del 2019.

                El hombre, el sacerdote, el obispo emérito, el cardenal, el conciliador de las pocas palabras y de las muchas acciones había muerto en su residencia ubicada en la vecina ciudad de Coatepec.

                Descanse en paz.

                Sólo para tus ojos . . .

                El político y empresario Fidel Herrera Beltrán viajó a la ciudad de Xalapa en busca de terrenos bien ubicados y con dimensiones adecuadas, para la construcción de un hospital con servicios profesionales superiores a los ofertados por el Centro de Alta Especialidad “Doctor Rafael Lucio Nájera” (CAE) y del Grupo Empresarial Ángeles (GEA). Bienvenida la inversión.

carlos.lucioacosta@rocketmail.com

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