Un autobús para la prensa…
Pocas profesiones, en verdad, son tan incomprendidas como el periodismo. La imagen del destripado cuya carrera frustrada en cualquier otro campo no halló alivio sino en los rincones oscuros de “sórdidas crónicas policiales”, como decía Borges, aun sigue en nuestros tiempos a pesar de la proliferación de las muchas escuelas profesionales y la imagen un tanto distorsionada de muchos famosos de la TV.
Pero los periodistas seguimos siendo por un lado recelados y por el otro despreciados.
El maestro Erasmo Castellanos Quinto les decía a sus discípulos: “Estudien, jóvenes, porque si no, corren el riesgo de acabar de periodistas”. O de políticos, diría yo. El presidente Adolfo López Mateos —contaba entre risotadas Humberto Romero—, decía irónico: “los periodistas son como los chinos, muchos y todos muertos de hambre”.
Por eso les recomendaba a sus oficiales de prensa, no intentar nunca la compra de un periodista, mejor alquílenlo, es más barato.
Pero por encima de tan majaderas circunstancias, y sin tomar como retrato vivo al “chico” de la prensa sostenido por estacas en la flacura de una silueta famélica, como hizo el gran Abel Quezada, hoy los periodistas pertenecen a lo más despreciado de la escala política. Al menos en el trato desde la cima del poder.
El accidente de hace unos días, en nada comparable, por ejemplo con aquel siniestro avionazo de Poza Rica en la campaña presidencial de Luis Echeverría (otro hiperquinético entusiasta y sin fatiga), es grave, no por la circunstancia carretera en el cual se produjo con los compañeros retacados en una camioneta carcachienta y sin seguridad alguna (hablar de comodidad ya viene siendo un anhelo fifí), sino por la reacción presidencial ante el suceso:
Si no se quieren arriesgar no vengan.
Lo deseable hubiera sido ofrecer al menos futuras condiciones de seguridad para las coberturas. Asegurar un transporte digno y seguro. No habría sido mucho pedir.
Pero la reacción fue clara: no son necesarios. Si quieren saber confórmense con la versión de una conferencia de prensa, no con su testimonio directo.
Quitarle al periodismo la posibilidad vivencial, es confinarlo a la visión de los boletines de prensa (parciales, limitados, sesgados hacia el emisor y escritos con pedestre maestría), o las conferencias, donde cada quien dice cuanto a su interés conviene. Si una entrevista es casi siempre la conversación con una máscara, una conferencia de prensa es la posibilidad, cuando mucho, de escuchar una homilía.
“Presidente —le preguntan la mañanera del lunes—, ¿cómo garantizar también la seguridad de nosotros cuando hay ese tipo de giras?, porque este caso del sábado, este accidente, viene precedido de otros casos delicados.
“En diciembre nos extraviaron en la selva… en Oaxaca chocó una camioneta, sin mayores problemas; en Sinaloa se nos acabó la gasolina en plena carretera en una zona bastante insegura; en Chihuahua hace unos días se perdieron en la zona de la sierra; en diciembre, en Nayarit trasladaron a los colegas en una camioneta pick up con todos los riesgos que esto implica…
“…Y se lo digo también porque el sábado, de acuerdo con declaraciones de la gente de la propia Presidencia, se le informó al área de Logística… bueno, primero el viernes cuando recogieron las dos camionetas que no estaban en muy buen estado y dijeron… de todas maneras se los llevaron…
“Entre todos estos incidentes, antes de lo que ocurrió el sábado, platicamos con Jesús Ramírez para proponerle que nosotros podíamos pagar, los medios, la renta de las camionetas y que se rentaran unos vehículos en mejor estado, en mejores condiciones con choferes más aptos, más capacitados. Y pues no hubo una respuesta favorable…”
Y ante la displicencia de Jesús Ramírez, la respuesta del Señor Presidente es espléndida: pónganse de acuerdo con Jesús Ramírez.
Él ha sido periodista, dirigió Regeneración y “…llegó a tirar hasta 15 millones de ejemplares por tiraje (sic)…”
Con todo respeto, hay otros datos planetarios: el periódico de mayor tiraje en el mundo está en Japón. Se llama Yomiuri Shimbun y apenas rasguña los nueve millones de ejemplares. Su cercano competidor, Asahi Shimbun, se acerca a los siete millones.
“Quiero decir que le tengo toda la confianza a Jesús Ramírez —dijo el Señor Presidente—, porque a veces hay grilla, politiquería (la volcadura fue por grilla); entonces, Jesús es un hombre con principios, con ideales, es una gente honesta, de lucha, descanso mucho en él, me apoya mucho, Jesús es mi brazo derecho, le tengo toda la confianza”.
¡Ah!,bueno. Gracias.
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