La ministra farsante y sin escrúpulos

Desde a Janela

“Ya solo restan un año, ocho meses y once días para que se vaya a … su rancho”

El caso de la señora Yasmín Esquivel, quien ocupa inconstitucionalmente un asiento en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, aparte de demostrar que la señora en cuestión no solo carece de ética como persona, nos demuestra que tampoco tiene alguna clase de escrúpulos, ni mucho menos un mínimo amor por la institución en la que está enquistada.

Y si bien, el asunto ya es bastante grave al mostrar el cinismo y la soberbia de una persona que bien sabe que está ocupando un cargo que no debería de ocupar, porque es seguro que en su fuero interno conoce perfectamente lo que hizo y lo que dejó de hacer al de elaborar su tesis para obtener la licenciatura en derecho; peor es que con su permanencia a ultranza como ministra de la SCJN, cuando su idoneidad constitucional para desempeñar esa función está en entredicho, ya que con ello a quien más perjudica es a ese tribunal supremo.

Consistiendo ese perjuicio en que al ser cada vez más evidente que la ministra no cuenta con un título válido para ejercer la licenciatura en derecho, lo cual es un requisito constitucional para ejercer la función de ministro en la corte, con ello vicia las decisiones que dicho órgano tome en relación a las cuestiones que se pongan en su conocimiento.

Y el perjuicio será mayor si el voto de la ministra resulta decisivo para resolver en tal o cual sentido una cuestión de índole constitucional, como bien lo van a ser las controversias constitucionales y acciones de inconstitucionalidad que se vayan a plantear como consecuencia de las reformas a diversos ordenamientos legales en materia electoral en el muy probable caso de que sean aprobadas por las cámaras que integran el Congreso de la Unión.

De igual manera, la conducta de la ministra al sostenerse en un puesto en el que está en duda su legitimidad, daña a la corte al dejarla en la práctica con una ministra menos; ya que es casi seguro que sea recusada por los litigantes en la mayoría de los asuntos que le toque conocer, ya sea como ponente o como revisora y votante en las sesiones y es que ¿Quién va a tolerar que un asunto de trascendencia jurídica (como todos los que llegan a la corte) sea conocido por alguien cuyo grado de licenciatura en derecho se encuentra en duda?

Tan solo lo mencionado en los dos párrafos anteriores son razones más que suficientes para que la señora Esquivel de un paso al costado en lo que se defiende de las muy serias acusaciones que pesan en su contra y así permita que la Suprema Corte de la Nación pueda ejercer sus funciones constitucionales con la tranquilidad que la importancia de las mismas amerita.

Sin embargo, la realidad nos indica que eso no va a suceder y no va a suceder, porque la señora Esquivel cuenta con el respaldo del peor presidente que México ha tenido, cada día que pasa estoy más seguro de eso, quien desprecia tanto las leyes como a la academia y por lo mismo le es irrelevante que la señora haya plagiado la tesis con la que obtuvo la licenciatura en derecho, ya que lo único que le interesa es tener un voto incondicional en la corte y que más incondicionalidad puede tener que el voto de la esposa de su contratista predilecto.

Y para conservar ese voto en la corte suprema, no solo se valen de los clásicos insultos a la inteligencia de los mexicanos que hemos visto una y otra vez durante el gobierno de López Obrador, sino que han cometido verdaderas atrocidades como el intentar acusar al autor de la tesis, el Licenciado Edgar Ulises Báez, un hombre postrado en cama y que por lo mismo prácticamente está en indefensión frente al poder de una ministra apoyada incondicionalmente por el presidente de la república (de verdad nunca se había visto tanta bajeza ni tampoco tanta asimetría) de ser él el plagiario cuando está más que probado que el Licenciado Báez presentó la tesis en cuestión un año antes que la señora Esquivel.

Y no solo eso, la UNAM decidió separar de su cargo a la asesora de tesis ante la evidencia irrefutable de que reprodujo la tesis del licenciado Báez muchas veces y que con ello, desde una posición de autoridad académica invitó a muchos alumnos, entre ellos a Esquivel, a cometer un fraude en contra de la casa de estudios y de las autoridades educativas y así mismo quienes aceptaron ese fraude cometieron con posterioridad el mismo fraude en contra de sus clientes, empleadores y en el caso particular de la señora Esquivel, en  contra de la impartición de la justicia en todos los campos en los que ha cobrado por desempeñar un cargo jurisdiccional reservado únicamente para quienes son licenciados en derecho.

Por todo lo anterior es de aplaudirse que el asunto no se haya dejado en el olvido, como ha pasado en con muchos otros, y que la presión pública se siga ejerciendo hasta lograr que la señora Esquivel se separe del cargo y asuma las consecuencias de sus actos, y así mismo también es de celebrarse que se sigue presionando a las autoridades universitarias, educativas y a la misma corte para que retiren el título y el cargo a la plagiaria.

Porque ya es tiempo de poner fin a la impunidad que impera en México y también de valorar el esfuerzo de quienes cumplen cabalmente con los requisitos exigidos para obtener un grado de licenciatura.

Y a López Obrador que desprecia al derecho y a la academia, hay que decirle que con la sociedad informada y que es consciente del esfuerzo que se requiere para obtener un título universitario ha topado.

felfebas@gmail.com

Twitter: @FelipeFBasilio

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