Hoyos negros

 

Bernard Lonergan, filósofo jesuita, analizó en Insight las razones por las cuales metemos o sacamos asuntos de los hoyos negros del conocimiento. Con ese enfoque comparo las campañas presidenciales de México y de los Estados Unidos.

Evadir asuntos de seguridad es nocivo para la salud pública. Ejemplo: en los años setenta del siglo pasado, una corriente del exilio sudamericano hizo una autocrítica sobre los errores que habían contribuido a la llegada de los militares al poder. En México, chilenos como Luis Maira y José Miguel Insulza concluyeron que habían errado al desentenderse de lo que hacía y pensaba Washington.

De ahí salió una tesis que adoptaría la insurgencia centroamericana de los años ochenta: si el cambio en sus países dependía en parte de los Estados Unidos había que cabildearlos con una versión alternativa a la presentada por el gobierno de Ronald Reagan. Quien mejor llevó a la práctica este enunciado fue el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) de El Salvador. Sobrevivió porque logró el respaldo de una parte de los Estados Unidos, firmó la paz en Chapultepec y llegó, años después, a la presidencia de ese país.

Estas lecciones son ignoradas por los estrategas mexicanos que diseñan las políticas contra el crimen organizado. Salvo unos cuantos, se aferran deliberadamente a un silencio absurdo sobre la corresponsabilidad de los Estados Unidos en la gestación y fortalecimiento de los criminales.

Recordemos el manoseo de México en la última campaña presidencial estadounidense. Donald Trump recorrió su país acusándonos de enviarles narcóticos, violadores y criminales, y recibió la aclamación de esas multitudes que encontraron en el extranjero -de tez morena e inglés mordido- el causante de problemas creados por ellos mismos. Si Trump pudo usarnos tan fácilmente fue porque ni los gobernantes mexicanos, ni Barack Obama o Hillary Clinton lo contradijeron recordando la corresponsabilidad.

Lo inverso sucede en la campaña presidencial mexicana: los tres candidatos critican la estrategia de seguridad actual, pero hasta ahora han evadido mencionar el papel jugado por los Estados Unidos. ¿Por qué lo hacen? Habría tres razones: el temor a ser identificados como antiestadounidenses, la falta de una estrategia integral para enfrentar la inseguridad y el temor que les inspiran los Estados Unidos –un miedo basado en el desconocimiento de ese país.

Por lo que sea, no mencionan a la potencia. Andrés Manuel López Obrador tiene la audacia para coquetear con la base social de la delincuencia, al decir que negociará con ésta, pero calla sobre lo que hará con la relación con Washington. Esperemos que en el Plan de Seguridad 2018-2024, que presentará este mes, sea más específico.

Ricardo Anaya anunció que el 26 de diciembre contestaría las preguntas que le llegaran por Facebook. Así lo dijo: “¡cambiaremos la historia!”. El entusiasmo le duró hasta las preguntas sobre seguridad, porque no las respondió.

José Antonio Meade recorre México defendiendo la Ley de Seguridad Interior (“es un buen comienzo”, es “perfectible”) y de cuando en cuando lanza propuestas necesarias. El 20 de diciembre aseguró que enfrentará el “reto de las armas”, pero se guardó los detalles y tampoco mencionó a los Estados Unidos, el país de donde llega el 70 por ciento del armamento delincuencial.

Por ahora, los tres aspirantes presidenciales silencian la corresponsabilidad de la política estadounidense en la violencia mexicana. Si continúan así, podrán hacer propuestas sensatas, pero inocuas, porque carecen de ese marco integrador de políticas que atiendan los afluentes de la violencia. Es inevitable que en algún momento tendrán (tendremos) que llevar a las entrañas de los Estados Unidos el punto de vista mexicano.

Los Estados Unidos no cambiarán de manera espontánea su actitud hacia el desafío mexicano. Carecen de incentivos para hacerlo. Mientras evadan el tema, continuará la sangría mexicana. Es insuficiente que los aspirantes a la presidencia digan que la estrategia actual ha fracasado; deben explicar su diagnóstico sobre el naufragio y decirnos su propuesta alternativa. Si lo hacen con seriedad tendrán que sacar de los hoyos negros a los Estados Unidos, la potencia que tiene buena parte de la responsabilidad del dolor y sufrimiento que aqueja a millones de víctimas mexicanas.

Twitter: @sergioaguayo
Colaboró Mónica Gabriela Maldonado Díaz. 

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