El voto narco
Andrés Manuel López Obrador impone el temario en seguridad mientras busca votos entre quienes simpatizan con la delincuencia.
El puntero en las encuestas ya informó los nombres de quienes lo acompañarían en su gabinete. Con ello lanzó otra pulla a adversarios con escaso margen de maniobra. El PRI de José Antonio Meade necesita el sigilo sobre los que serán ungidos para retener a quienes lo apoyan y quieren cargos en el gabinete; a Ricardo Anaya lo inmoviliza el apetito incontrolado por posiciones que tienen las corrientes y tribus de los tres partidos de la coalición.
López Obrador realzó la presentación del cargo de secretario de Seguridad Pública. A Alfonso Durazo se le ha criticado su falta de experiencia, pero considero acertada la nominación por la integración del Consejo Asesor, por su experiencia administrativa y porque tuvo la valentía de renunciar al cargo de secretario particular del presidente Vicente Fox para desbaratar –con una carta devastadora– las aspiraciones presidenciales de Marta Sahagún, una vividora de la alternancia.
Durazo lleva días asumiendo el protagonismo que tendrá si llega a zar de la seguridad. En diversas entrevistas ha ido explicando las piezas de una solución integral que incluye medidas como la creación de una Guardia Nacional y el renacimiento de la Secretaría de Seguridad Pública. Cada propuesta genera dudas y preguntas. Me detengo en la audaz y polémica iniciativa de “amnistiar” y “dialogar” con la delincuencia organizada.
Cuando hablan de amnistiar a los campesinos que cultivan droga también están cortejando votos. Si las encuestas de valores aciertan, entre 20 y 30 por ciento de la población simpatiza con los antivalores del crimen organizado. Es un misterio la manera en cómo reaccionará esa parte de México al mensaje lopezobradorista, pero “ellos” y sus familias, parientes y amigos tienen credencial de elector. Es un tema tan complejo que lo abordaré en un texto posterior.
La propuesta de “dialogar” es bastante más peligrosa por razones éticas, políticas y juridícas. Durazo aclaró que “nadie ha hablado de sentarse a negociar con ‘El Mencho’ o ningún otro”. Si no están pensando en los grandes capos, ¿con quiénes sí dialogarían? Revisemos el panorama que pudieran encontrar si el diálogo fuera a iniciar la próxima semana.
Eduardo Guerrero, director de Lantia Consultores, me facilitó el listado de bandas criminales actualizado a enero de 2018. Hay 245 y se encuentran en todos los estados del país.
Todas ellas están metidas en alguna actividad relacionada con la producción, elaboración, tráfico y comercialización de narcóticos. Cualquier negociación ¿incluirá la autorización para que sigan dedicándose a esa actividad en México, los Estados Unidos y los otros 50 países donde tienen presencia? Anticipo desde ahora una erupción retórica, excepcional de fuego y furia desde la Casa Blanca.
Entre las vetas que tiene el listado de Lantia están otras actividades de las bandas. De los 245 grupos, 189 también practican la extorsión y 166 el secuestro. Es altamente posible que en estas dos actividades hayan asesinado a víctimas. Son obvias las dificultades para establecer criterios que permitan seleccionar a las que sí merecen ser tratadas como interlocutoras. En ese sentido es saludable que López Obrador y Durazo hayan aclarado que la viabilidad de este proyecto estará definida por “el consenso que podamos construir en conjunto con la sociedad y con las víctimas”.
Pese a dudas de este tipo, es loable que los candidatos complementen la exposición de sus objetivos con bosquejos sobre las formas en que cumplirían con esas promesas. Es un terreno que deberían recorrer quienes queden en la boleta el uno de julio de 2018.
Estamos ante un problema que trasciende siglas y soluciones únicas. La forma de enfrentar al crimen organizado es con acuerdos tras grandes enunciados que, a su vez, se complementan con convenios puntuales entre Estado, sociedad y víctimas. Hoy los candidatos están coincidiendo en que la estrategia actual ya no funciona. En ese marco, bienvenidas sean las propuestas que sacudan las estructuras caducas, aun cuando eso signifique que cualquier alteración del tinglado provocará reacomodos en el complejísimo tejido que se ha ido hilando durante un siglo.
Twitter: @sergioaguayo
Colaboró Mónica Gabriela Maldonado Díaz