El realismo del surrealismo mexicano
Crónicas Ausentes
Lenin Torres Antonio
Salgo de la casa, alrededor de las 8:15 de la mañana, en el trayecto prendo la radio, y comienzo a escuchar las noticias:
Alberto en el lugar de los hechos, “como te he estado informando, las fuerzas policiales tienen la orden de desalojar a los manifestantes que obstruyen la autopista con dirección a Puebla”, el estado de emergencia por el Coranovirus demandan los vías libres para el tránsito de urgencia, las demandas son por la falta de agua potable”, Cirilo Gominez Leyvin conductor del programa Radio Formulario, “Alberto, quién es la señora que yace en el suelo”, Alberto, “es una de las manifestante, parece ser que está herida, señora ¿fue usted lastimada por las fuerzas policiales?”, entre llanto y expresiones inconexas asiente con la cabeza afirmativamente, Leyvin fuera de contexto y poniendo el mayor énfasis posible, expresa, “aun con la promesa de no represión, se continua reprimiendo a la ciudadanía”.
Esta última expresión me deja pensando sobre toda su intencionalidad, que deja a un lado, la veracidad e imparcialidad que debe tener toda noticia, la objetividad que implica el oficio de informar, y también el exhorto que el sentido común señala en estos mementos, de Unidad ante la amenaza latente de los efectos negativos que pueda generar la pandemia del Coranovirus en México.
El objetivo del prestigiado periodista dejan ver su particular deseo o encomienda de aprovechar cualquier coyuntura y autoridad, como muchos lo describen, de los medios de comunicación como el cuarto poder, para hacer guerra sucia y tomar posición para construir un criterio negativo en la población del gobierno de la república que encabeza AMLO, su expresión tiene toda la intencionalidad consciente, o quizás, valga la duda, inconsciente, de hacer compaña política pese a lo que sea, ya sea al llamado a la urgente Conciliación Nacional, al llamado a hacer frente al grave problema que se nos avecina del Coranovirus, o simplemente, a la demanda de los mexicanos de recuperar la tranquilidad, la certeza de futuro y el progreso de México.
Un país donde en la disputa por el poder participan hasta los medios de comunicación, tomando partida, incluso vertiendo opiniones tendenciosas que permitan golpear al rival, así podemos ver como en una simple narración de un evento de protesta, más allá de describirlo, se hacen comentarios que permiten distinguir otros intereses más allá de la simple información. La verdad sale a relucir, más tarde por otros medios de información, que detrás de la obstrucción de ese tramo de la autopista México-Puebla, está un grupo encabezados por un líder sindical que opera en la demarcación Tláhuac, en la ciudad de México, el grupo de personas se resiste pues quieren hacerse escuchar con el argumento de la falta de servicios de agua potable para la demarcación territorial, aunque después se vea que tal acto de protesta obedece a la lucha de intereses de grupos que manejaban la distribución del agua en Tláhuac, así que la lamentable escena de esa mujer tirada en el suelo, también obedece a esa lucha de intereses de grupos que fuera de la ley se beneficiaban con los servicios públicos. Y no obstante, atento y acucioso, el prestigioso periodista, conocido opositor a AMLO, aprovecha la narración de los hechos de resistencia al desalojo para tirar un golpe bajo, con toda la intención de interiorizar en la consciencia colectiva un mensaje de desacreditación del gobierno de AMLO.
En El Malestar en la Cultura, Freud dice que hay tres fuentes de sufrimiento humano: el propio cuerpo, el mundo exterior y las relaciones con otros seres humanos.
La naturaleza (physis) representa la fuerza impredecible con que nos hemos enfrentado permanentemente, y por lo regular no salimos bien librados de su destrucción, a esa fuente es imposible hacerle frente, pues los mayores fenómenos naturales surgen fuera de nuestro alcance.
Hoy vivimos una fuente de sufrimiento, al pender nuestra proyección de existencia de futuro al comportamiento de un virus que escapa a la cientificidad acostumbrada al control y agotamiento del fenómeno, pero la más contradictoria de las fuentes, que en cierta forma, hemos venido pensando que podíamos hacerle frente al venir de otro igual, entrañando esto, una posible intersubjetividad basada en compartir una misma visión de la vida humana y del mundo, es esa lucha contra nosotros mismos, con los otros iguales. La historia del hombre es la mayor descripción de esa lucha entre nosotros mismos, lucha que nos imposibilita la racionalidad de nuestros actos, dejando vernos vulnerables ante los apetitos egoístas y pulsionales que predominan en la naturaleza humana, ha habido más “yo” que “nosotros” en la historia humana.
Esas conductas contradictorias las podemos observar en nuestra vida cotidiana, que al buen observador le basta poco para darse cuenta que no son coherentes ni racionales, ni humanas ni morales. La simple observación nos lleva a situarlos en una dimensión ominosa y perversa, que incluso podemos situarlas como la principal fuente de sufrimiento y amenaza para la pervivencia de la humanidad. Son conductas que parte de un origen aparentemente racional, porque pueden racionalmente justificarse e incluso construirle marcos conceptuales, pero que desafortunadamente no nos hemos dado cuenta que primordialmente se alimentan de lo inconsciente que tiene que ver con el almacigo de pulsiones tanto sexuales como agresivas, que sitúan y hacen retrotraer al hombre a un plano totalmente primitivo y animal, es el cuerpo que construye una mente al servicio de su goce, el lenguaje se convierte en el vehículo para lograr la meta.
Uno pensará que hablar de lo inconsciente es arbitrariamente degradar nuestra condición humana, porque siempre hemos pensando que el pensar (la racionalidad) del cogito cartesiano nos había garantizado cierta certeza de lo que somos y de los fines que perseguimos en este mundo, condicionándonos a percibirnos como la expresión más refinada y acabad de la misma physis. Esta vanagloria ha situada la historia del hombre en un relato inacabado y pobre, denegando la parte más evidente de lo que somos realmente.
La vida humana a la mexicana, constituye un ejemplo de esa contradicción y ocultamiento, puesto que a parte se alimenta de cierta confusión de la identidad del mexicano, y la vida humana se convierte en un surrealismo ahora terriblemente realista y peligroso.
Es así que si antes nos asombrábamos de la captura del estado colombiano por un hombre, y sus instrumentos (los atentados, asesinatos a jueces, etc.) nos parecían macabros, hoy el señor Pablo Escobar si viviera seguro se asombraría y tendría miedo del terror que vive México, el surrealismo (sobrepasar la realidad) plasmado en el filme de Luis Buñuel “Los olvidado”, nos deja ver en la mirada malvada y la frialdad del Jaibo que presagiaba el futuro de los mexicanos.
Si por mucho tiempo las dictaduras fascistas nos mantuvieron en vilo, y los señalábamos como ejemplo de la deshumanización que ha vivido el hombre, ¡hoy!, si pudiéramos hacer un investigación concienzuda seguro nos lamentaríamos de la cantidad de seres humanos que han muerto, no necesariamente por manos criminales, sino por un sistema político que permitió que una gavilla de delincuentes de cuello blanco se hiciera con el poder público, condenando a una infinidad de seres humanos, que incluso sin haber nacido, al hambre, a la muerte, y la marginación, muy a la mexicana construimos una dictadura democrática, mejor que los sistemas comunistas de la dictadura de un solo partido.
El día de hoy, más que encontrar en la physis la fuente de nuestros sufrimientos, está en nuestras propias manos el dolor y las lagrimas de nuestros pueblos, pero afortunadamente, si es que lo podemos ver, también está en nuestras manos la alegría y el bienestar de nosotros mismos, “el nosotros” es una posibilidad no tan solo lingüística sino también real para que los “yoes” se fundan en un “nosotros” también real.
Marzo de 2020