El narco involucra a Peña
William Purpura va a ser un nombre para recordar. El abogado de Baltimore que nació en Ecuador, defendió a Zhenli Ye Gon, el empresario chino-mexicano que importaba de China los precursores químicos para las metanfetaminas, y hoy es uno de los tres defensores de Joaquín El Chapo Guzmán en la Corte Federal de Brooklyn. En una declaración en la Corte adelantó que esta semana Luis El Rey Zambada, revelará que por órdenes de su hermano, el jefe del Cártel del Pacífico, Ismael El Mayo Zambada, le pagó al menos seis millones de dólares al presidente Enrique Peña Nieto, para brindarle seguridad en la Ciudad de México y otras ciudades donde vivía.
La revelación es brutal, salvo que tiene algunos huecos que hay que explicar. El encargado de entregarle el dinero a Peña Nieto fue El Rey Zambada, quien es uno de los testigos estelares de la Fiscalía, y que fue detenido a finales de 2008 en la Ciudad de México, cuando el presidente era Felipe Calderón; en ese entonces, Peña Nieto era gobernador del estado de México. ¿Continuaron los pagos en Los Pinos? Jeffrey Lichtman, el principal defensor de El Chapo, agregó que los pagos no se interrumpieron pese a que El Mayo Zambada y El Chapo Guzmán estuvieron separados durante la mayor parte del tiempo entre 1985 y 2008. El eje de la defensa es que El Chapo no era jefe de la organización, ni hizo las cosas de las que lo acusa la Fiscalía.
Siempre hay problemas con las declaraciones de criminales, que suelen escupir acusaciones como resultado de los acuerdos fuera de la corte con las Fiscalías, aprovechando que es el acusado quien debe probar su inocencia, no el acusador probar su dicho. Purpura adelantó que aportarán evidencias, sin precisar si como adelantó, el testigo de la Fiscalía detallará los pagos a Peña Nieto, o para demostrar que Guzmán no es el tipo de capo que pinta el gobierno de Estados Unidos. En cualquier caso, el reguilete de imputaciones directas sobre el presidente comenzará, sin que pueda aportar evidencias sólidas, más allá de desmentidos, que apoyen con una contundencia incontrovertida que dice una verdad químicamente pura.
El récord del gobierno de Peña Nieto con respecto al Cártel del Pacífico, su subsidiara, el Cártel Jalisco Nueva Generación y la lucha contra el narcotráfico en buena parte del país, no lo ayuda y deja abierta la puerta a suspicacias. Como botones de muestra, hay que reiterar el contexto:
1.- Durante los primeros ocho meses de gobierno, se dejó de combatir totalmente a los cárteles de la droga. El argumento: esa era la forma como se reducía la violencia. Como se ve en las estadísticas, eso no sucedió. En cambio, se fortaleció el Cártel del Pacífico, emergió como fuerza poderosa el Jalisco Nueva Generación, renació La Familia Michoacana como Los Caballeros Templarios, y revivieron Los Zetas, que prácticamente se habían quedado sin droga qué vender.
2.- El gobierno de Peña Nieto utilizó al Cártel Jalisco Nueva Generación, incrustados en los grupos de autodefensa en Michoacán, para aniquilar a Los Caballeros Templarios. Los capos del Pacífico recuperaron el control de las rutas de los precursores químicos que se las habían arrebatado los michoacanos, como también fueron expandiendo su control por la frontera norte.
3.- Pese a ser alertada que estaba próximo a ser liberado Rafael Caro Quintero, uno de los legendarios capos sinaloenses, sentenciado por el asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar, que dio origen a la “Operación Leyenda” -la mayor que haya realizado nunca la agencia anti narcóticos estadounidense-, la PGR no hizo nada para impedir que recuperara su libertad en agosto de 2013 cuando un juez desechó el delito de secuestro y asesinato, porque Camarena “no estaba acreditado como agente diplomático ni consular”. Caro Quintero salió de la cárcel en 30 minutos, cuando el trámite regular lleva al menos de ocho a 10 horas.
4.- En seis años, el Cártel Jalisco Nueva Generación se ha erigido, ante el ojo público, en la organización criminal más poderosa de México y una de las más fuertes del país, mientras que su líder, Nemesio Oseguera, El Mencho, se ha convertido en una figura muy buscada por Estados Unidos y, aparentemente por México. En dos ocasiones altos funcionarios federales comentaron que estaban “a días” de capturarlo, y nunca se concretó. Cuando en una operación secreta en Jalisco en mayo de 2015 el Ejército estuvo a punto de detenerlo, llamadas telefónicas desde las oficinas de la Policía Federal en Guadalajara lo alertaron y sus escoltas mataron a ocho soldados y una agente de inteligencia federal.
5.- El gobierno ubicó 122 “objetivos prioritarios”, y logró la captura o el abatimiento de 112. Entre ellos están líderes de Los Caballeros Templarios, del Cártel de Juárez, del remanente Cártel de Tijuana, de Los Zetas y de la facción de El Chapo Guzmán y de los Beltrán Leyva. De El Mayo Zambada y El Mencho, nada.
La dialéctica del conflicto del gobierno con los sinaloenses ha sido distinta a la que han desarrollado contra el resto de los cárteles. El esperado testimonio de El Rey Zambada, como lo adelantó Purpura, es inverosímil por donde se vea. Sin embargo, hubo tanta discrecionalidad y sesgo en la lucha contra el narcotráfico en este sexenio, que se puede afirmar, en el mejor de los casos, que por omisión o comisión, el jefe de Estado es responsable político del desastre nacional que se vive por la inseguridad y la violencia galopante que pudre a México, y nos debe una amplia y clara explicación, política o ante tribunales.
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