El misterioso manuscrito Voynich que no se ha podido descifrar desde 1904; no hay pistas

Foto: Tomada de Internet.

  • La sucesión de fracasos en su traducción ha convertido al manuscrito en el Santo Grial de la criptografía histórica
  • Elaborado en el siglo XV, este libro está repleto de imágenes y textos que en 600 años ningún especialista ha podido descifrar

Foto: Tomada de Internet

Carlos MARTÍNEZ

VANGUARDIA / El Manuscrito Voynich es un libro ilustrado, de contenidos desconocidos, escrito por un autor anónimo en un alfabeto no identificado y un idioma incomprensible, el denominado voynichés. Aunque no se sabe cuándo fue escrito, según pruebas del carbono 14, el pergamino en el cual está escrito fue fabricado entre 1404 y 1438.

El nombre del manuscrito se debe al especialista lituano en libros antiguos Wilfrid M. Voynich (1865-1930), quien lo adquirió en 1912. Actualmente está catalogado como el ítem MS 408 en la Biblioteca Beinecke de libros raros y manuscritos de la Universidad de Yale.

El manuscrito ha sido objeto de intensos estudios por numerosos criptógrafos profesionales y aficionados, incluyendo destacados especialistas estadounidenses y británicos en descifrados de la Segunda Guerra Mundial. Hasta febrero de 2014 ninguno había conseguido descifrar una sola palabra. Esta sucesión de fracasos ha convertido al manuscrito en el Santo Grial de la criptografía histórica, pero a la vez ha alimentado la hipótesis de que el libro no es más que un elaborado engaño, una secuencia de símbolos al azar sin sentido alguno.

La primera noticia de la existencia del Voynich data de 1580, cuando el emperador Rodolfo II de Habsburgo, muy interesado en las ciencias ocultas, la magia y las rarezas de todo tipo, lo adquirió por la elevada suma de 600 ducados ingleses a John Dee –un mago que decía comunicarse con los ángeles mediante unas piedras– y Edward Kelley, un embaucador.

Desde que se redescubrió el manuscrito en 1912, los intentos de descifrarlo han sido continuos. Su popularidad ha hecho que muchos profesionales y muchos aficionados sin conocimientos especializados se lancen a la caza de una solución.

¿Cómo es el libro?

El libro tiene alrededor de 240 páginas de pergamino, con vacíos en su numeración (la cual es aparentemente posterior al texto, quizás del siglo xvi), lo que sugiere que varias páginas se habían extraviado ya antes de su compra por Voynich. Para evitar extravíos posteriores, el padre Theodore C. Petersen lo fotocopió en 1931, repartiendo dichas copias entre varios investigadores interesados en su estudio e intento de traducción.

Se utilizó pluma de ave para escribir el texto y dibujar las figuras con pintura de colores; según se puede apreciar, el texto es posterior a las figuras, ya que en numerosas ocasiones el texto aparece tocando el borde de las imágenes, algo que no ocurriría si estas hubiesen sido añadidas posteriormente.

El texto (llamado voynichés) fue claramente escrito de izquierda a derecha, con un margen derecho desigual. Las secciones más largas se encuentran partidas en párrafos, a menudo con «viñetas» en el margen izquierdo. No hay evidencia de signos de puntuación.

Inteligencia artificial para decifrarlo

Lleno de ilustraciones de plantas desconocidas, símbolos astrológicos y mujeres desnudas, descifrar “el libro que nadie ha podido leer” hubiera sido un paso gigantesco en la intersección entre criptografía y la inteligencia artificial.

Informáticos de la Universidad de Alberta han recurrido a la inteligencia artificial para descifrar el manuscrito Voynich, escrito en un alfabeto desconocido y un idioma incomprensible, hasta ahora.

Este enigmático texto anónimo del siglo XV ha desconcertado a historiadores y criptógrafos desde su descubrimiento en el siglo XIX. La sucesión de fracasos en su traducción había convertido al manuscrito en el Santo Grial de la criptografía histórica.

Recientemente, el profesor de ciencias de la computación en la Universidad de Alberta Greg Kondrak, un experto en procesamiento del lenguaje natural, y el estudiante graduado Bradley Hauer, utilizaron la inteligencia artificial para descifrar las ambigüedades en el lenguaje humano utilizando el manuscrito de Voynich como caso de estudio.

Su primer paso fue abordar el lenguaje de origen, que se cifra en cientos de delicadas páginas de vitela, piel de vaca, con ilustraciones adjuntas.

Kondrak y Hauer utilizaron muestras de 400 idiomas diferentes de la «Declaración Universal de Derechos Humanos» para identificar sistemáticamente el idioma. Inicialmente formularon la hipótesis de que el manuscrito de Voynich estaba escrito en árabe, pero después de ejecutar sus algoritmos, resultó que el idioma más probable era el hebreo.

Sin embargo, sin historiadores del hebreo antiguo, explicó Kondrak, el significado completo del manuscrito Voynich seguirá siendo un misterio.

Con información de EP

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