El Infierno
Empieza lo formal: el infierno electoral donde serán “torturadas” las almas de los pecadores políticos. Será un horno de fuego donde caerán –con lloro y crujir de dientes– los que mienten, los que roban y los que traicionan.
Será el averno electoral donde los infortunados, tras su defunción política,sufrirán la tortura eterna.
Se avecina la guerra del poder de estado contra una oposición, que cada día se fortalece (con el apoyo ciudadano) con la frente en alto, para enfrentar a ese monstruo de cuatro cabezas.
Los tres debates que sostendrán Xóchitl, Claudia y el mentado Jorge (abril y mayo),serán la cereza del pastel para que los invitados a la gran fiesta puedan analizar ydefinir a quien elegirán el próximo 2 de junio.
A raíz de estas confrontaciones verbales de ideas –a través del respeto y sin violencia—las encuestas se moverán de sitio; unas sederrumbarán, otras crecerán.
Son planteamientos de cara a cara donde la más avezada, la más preparada, la más reflexiva, será quien tome delantera con la mirada fija hacia Palacio Nacional.
En el cierre de precampaña – un evento de júbilo y expectativa–, Xóchitl impresionó con su mensaje emotivo al pueblo de México. Ahí, por cierto, soltó con profundo valor y seguridad:
“Si le dan permiso, nos vemos en los debates”, en clara alusión a su rival política de apellido judío.
La gente espera votar en paz y en plena libertad.
Porque la actual ola de brutalidad que sacude a nuestro país se ha convertido en un arma letal para las militancias partidistas y sociedad en general.
México destaca por ser uno de los países más violentos del globo terrestre.
¿Qué injerencia tendrá la narcoviolencia en los comicios?
¿Permitirá la delincuencia organizada que los candidatos opositores ganen sin que se presenten brotes de agresividad?
¿Los institutos autónomos electorales facilitarán las garantías que marca la ley para que el pueblo sabio participe con absoluta libertad?
¿Cuál es la pantomima electoral que podría “sacar de la manga” el gran ocurrente de la Cuatroté?
Bueno, no hay que olvidar que cuando el destino llama…hasta los más tercos obedecen.
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