Larga espera como forma de perder la vida
Como en muchas otras ciudades de Veracruz y del país, en la orgullosa capital del estado, en la “Atenas veracruzana”, en la ciudad de las flores, una forma de expirar incrementa su frecuencia y su presencia. Esta forma de perder la vida no es, la noticiosa y condenable pérdida de existencia ocasionada por el mundo del crimen y del hampa organizada; y tampoco lo es, la lamentablemente ocasionada por los accidentes y lo imprevisto. Ambas, a fin de cuentas, existen y se caracterizan por el previsible quebranto de la vida, ocasionado por acciones, que ocasionan el desperdicio y pérdida del total del tiempo restante de existencia. No es el caso. A la que hoy me refiero, es a otra forma de morir o perder parte de la existencia, a causa de la obligada o forzada situación de esperar, que a fin de cuentas hace consumir, dilapidar o desaprovechar, irremediablemente buena parte del tiempo disponible. Sí, hablemos de las obligadas esperas, que a fin de cuentas consumen vida y que se refieren a la necesidad de contar con una adecuada y suficiente capacidad de movilidad urbana. ¿Cómo se le puede llamar a los cada vez más frecuentes y prolongados embotellamientos, inmovilizaciones, atolladeros, obstrucciones en las vías públicas, a los cuales destinamos decenas de minutos y hasta horas, diariamente?
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