Segundas partes
Como dice el cintillo, López Obrador ya se fue a donde se tenía que ir y no le vamos a extrañar.
Terminó ese sexenio y quedará para la revisión histórica el confirmar lo que se viene diciendo sobre su nula calidad en los aspectos fundamentales para los que está diseñado el Estado: Seguridad, diplomacia, salud, educación, etc.
Ahora toca ver lo que sigue y comenzar a ocuparnos de la administración que recién comienza.
Dicen que las segundas partes muy raramente superan a las primeras y este caso muy probablemente no va a ser la excepción, ya que a pesar de que cuentan con un poder casi absoluto y, en apariencia, también con la estructura electoral para garantizar ese poder por varias décadas, no todo es tan sencillo como parece.
La generación de votos para la transformación que no fue ni será es como una rocola, sinfonola o cinquera, es decir, una máquina que genera muchos votos y niveles de popularidad altos mientras le introduzcan sus moneditas o cincos; y si no hay monedas, la fiesta se termina de inmediato.
Hasta ahora, ha funcionado debido a que han tomado los diversos fondos (como el Fonden) y los ahorros gubernamentales para tal efecto; sin embargo, el dinero tarde o temprano se acaba y, al parecer, eso ya está ocurriendo.