Elevar la tensión y el tono autoritario
El ambiente político en Veracruz se enturbia rápidamente entre más se avanza hacia el momento de la sucesión en la gubernatura. Sabedor de todos los excesos y abusos en que ha incurrido durante el sexenio que se acerca a su último tramo, el gobernador Cuitláhuac García Jiménez se aferra al poder que inevitablemente se le va de las manos, pues más temprano que tarde vendrá el cobro de todas las facturas pendientes por los agravios cometidos. Manipulando con todo al aparato judicial de la entidad, García Jiménez busca mantener amarras del poder junto con la aprobación presidencial recurriendo al abuso descarado, mostrando su lado más autoritario a través de la persecución de adversarios políticos y el sometimiento de servidores públicos vía la Fiscalía General del Estado y el Tribunal Superior de Justicia, ambas instituciones reducidas a serviles “brazos ejecutores” de las venganzas del gobernador y su grupo. El “affaire” del caso Rogelio Franco es el ejemplo más claro de lo anterior, aunque está lejos de ser el único. Luego de más de dos años de mantenerlo preso mediante una serie de chicanadas legaloides, el ex secretario de Gobierno y diputado federal electo del PRD logró salir de prisión este fin de semana, aunque se mantendrá en arraigo domiciliario para seguir los procesos legales que la Fiscalía estatal le ha abierto con el objetivo de neutralizarlo políticamente.
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