A los migrantes, el Estado mexicano los asesinó
Desde a Janela
“Ya solo restan un año y seis meses para que se vaya a … su rancho”
El 27 de marzo, en Ciudad Juárez, 39migrantes murieron como consecuencia de un incendio en una estación migratoria dependiente del Instituto Nacional de Migración, que a su vez depende de la Secretaría de Gobernación.
La muerte de 39 personas es una verdadera tragedia y si a ello, le sumamos otras 27 personas heridas, de las cuales 16 se encuentran en condición grave como consecuencia de las quemaduras que sufrieron, la situación se vuelve mucho más lamentable.
Más si a todo lo anterior, le añadimos que el siniestro ocurrió en un lugar que estaba a cargo de una dependencia del gobierno federal y que, para colmo, la tragedia era evitable y no se evitó, entonces nos encontramos ante un crimen perpetuado por el Estado.
Pero lo peor es que la cosa no termina ahí, sino que se agrava con la indiferencia y el menosprecio con el que las autoridades abordaron el asunto, primero tratando de evitar que la tragedia se difundiera tal como fue y luego restando importancia al evento y culpando a los mismos migrantes de haber causado la desgracia.
Siendo una muestra de lo anterior las inolvidables por desafortunadas palabras de López Obrador, quien frívolamente y sin algún asomo de vergüenza dijo que, los migrantes se habían enterado de que iban a ser repatriados y por ello, se inconformaron y prendieron fuego a unas colchonetas que había en el “albergue” en el que se encontraban.
Sin embargo, esas excusas para nada son creíbles, ya que por sí mismas ni siquiera hubieran sido un justificante para el caso de que el incendio hubiera tenido lugar en un penal de máxima seguridad y las víctimas hubiesen sido reos convictos por delitos de extrema gravedad ya que, por diversas razones, una tragedia como esa en ninguna instalación a cargo del Estado debe de ocurrir.
Y así tenemos que, en primer lugar, toda persona que por cualquier razón se encuentre bajo la custodia del Estado debe de estar en un sitio que garantice su seguridad y además debe de estar sometido a diversos protocolos que impidan que se pueda causar daño o causárselo a alguien más y en este caso me vienen a la cabeza algunas situaciones que no se llevaron a cabo y que debieron de hacerlo.
Por ejemplo, ¿Cómo fue que pudieron prender fuego y que nadie haya tomado medidas para evitarlo?, ¿Cómo es posible que en las instalaciones del “albergue” no haya habido un extinguidor, cuando en toda institución pública o privada es una obligación de protección civil el que los haya? O ¿Cómo fue posible que al darse cuenta que el incendio se volvía incontrolable, el personal de migración huyera y no hubiera hecho nada por liberarlos?
Eso es en cuanto al supuesto “albergue” y el personal que ahí trabaja, ahora vayamos a la política que en relación a los migrantes tiene el gobierno de la mal llamada “4t” y ahí encontraremos otras situaciones que dan pie a que sucedan tragedias como la que estamos comentando.
Para empezar, tenemos que lo que López Obrador llama como “albergue” no es tal; ya que, por lo visto en los videos que circularon, en realidad se trata de una cárcel en toda forma y el personal que labora en migración en nada difiere a los custodios de una prisión y eso se corrobora con el hecho de que el tal Garduño, sí ese que es el director del INM y que no ha dado la cara ni mucho menos renunciado, antes de desempeñar este cargo, era el director del sistema penitenciario federal.
Con ello vemos que la política del actual gobierno federal es la de tratar como convictos a quienes su único “delito” es huir de una vida de violencia, represiones y miseria para tratar de obtener en otro lugar una vida mejor para sí mismos y para sus familiares y eso, es otra de las mentiras de quien pregona que su gobierno es humanista y que es diferente a los anteriores.
Y es que ese trato tan inhumano dado a los migrantes, ciertamente ha existido desde hace muchas décadas, pero lo que es inadmisible es que quien prometió cambiar las cosas, las empeoró por razones políticas y de corrupción.
Y es que ahora tenemos un gobierno extremadamente débil frente a los Estados Unidos y por esa razón México se ha inundado de migrantes cuyo fin no es quedarse aquí, y son detenidos para hacer el trabajo que les corresponde a las autoridades de aquel país; ya que lo lógico es que, si quieren llegar a EU, ese país es quien debe de albergarlos mientras analiza la procedencia de su asilo y México nada tiene que ver en eso.
Sin embargo, el gobierno mexicano actual es incapaz de decir que no a las imposiciones que provienen del vecino del norte y lo que Ebrard dijo que era un gran acuerdo, simplemente es un sometimiento a los designios de Washington.
Por otra parte, en gobernación con el otro López, las cosas tampoco son nada positivas ya que, ante el caudal de migrantes retenidos, la respuesta al problema es organizar un sistema de tipo carcelario y sin las condiciones mínimas para que una persona se encuentre allí y eso debe a la “austeridad republicana” que, en este caso, no es más que no equipar debidamente a las instalaciones para desviar los fondos a proyectos electoreros.
Y, por último, también tenemos que de las primeras indagaciones que se han hecho nos hemos enterado que el Instituto Nacional de Migración tiene contratos con un nicaragüense vinculado al tirano genocida que gobierna en aquel país y que es muy amigo de López Obrador y que ese nicaragüense supuestamente se encarga de que haya seguridad en los “albergues” que en realidad son cárceles, sin cumplir con sus obligaciones, pero sí cobrando mucho dinero para beneficiar a la dictadura de ese país.
Así que, sin paliativos de ninguna clase, bien podemos decir que, a estos migrantes, el Estado mexicano los asesinó.
Esta columna deja paso a las celebraciones religiosas y/o al asueto muy merecido y se volverá a publicar después de la Semana Santa.
Twitter: @FelipeFBasilio