¡A resistir!
La Grilla en Tabasco.
Lo peor está por venir. Las medidas de cuarentena se harán más estrictas. No existe fórmula maravillosa alguna que permita que el 30 de abril termine el confinamiento. Conforme a la experiencia de otros países, la fase crítica de la pandemia viene en camino y se prolongará por no menos de tres meses más. El impacto más dramático, en todos los aspectos, aún no lo sufrimos.
Al encontrarnos mucho muy lejos de dimensionar esas consecuencias, era absurdo pensar que este domingo el Presidente de la República anunciaría medidas económicas para contrarrestarlas en ese rubro. Como era predecible, su intención con esta especie de informe trimestral fue comunicar un mensaje de optimismo a la base social que lo apoya incondicionalmente.
Por salud mental -recomiendan los expertos de la Organización Mundial de la Salud- debemos sustraernos y, en todo lo posible, dejar de estar al pendiente de la numeralia del COVID19: de manera exponencial, se incrementarán los contagios y habrá muchos decesos, advierten.
Se entiende el terrible problema de quienes no tienen dinero para quedarse todo el tiempo en casa y aislarse junto con su familia. Resulta comprensible la inquietud de quienes tienen un negocio, grande, mediano, pequeño, pequeñito; de quienes luchan a diario por sobrevivir en el subempleo o con un salario mínimo que para nada alcanza; de los que están desempleados.
El panorama para nada es optimista, aunque una cosa sí es segura: sobreviviremos y, más adelante, se tendrán las oportunidades para reencauzar nuestras vidas, quizá ahora sí sin desaprovechar las oportunidades que en otro tiempo dejamos escapar, ya sea como estudiantes -¿cuántos abandonamos los estudios luego de perder el mejor momento para prepararnos?- en el trabajo y. en general, como ciudadanos.
El cambio, la transformación, el desarrollo, la apertura de oportunidades, son metas que tendremos que aprender a alcanzar por nosotros mismos y no atenidos a que un gobierno nos obsequie algo. De antemano se sabía. Todas esas cosas no se logran por decreto. No como resultado de una proclama política se erradicará la corrupción.
Sí. De antemano se enfrentaba una desigualdad, pobreza extrema, violencia no solo delictiva sino también doméstica, y demás fenómenos sociales que bajo las nuevas circunstancias mundiales, nacionales y locales sin duda alguna se profundizarán. Ya antes de esta crisis la economía estaba en grave crisis. La reactivación se había quedado en los buenos deseos.
Intentemos, entonces, ver la situación con frío realismo. Hay que acatar las indicaciones gubernamentales. Tenemos que cuidarnos. Permanecer a resguardo lo más que se pueda.
La OMS señala que los países cuyos gobiernos y ciudadanos mejor han actuado ante la pandemia, como es el caso de Corea del Sur, incluso tienen que analizar muy bien si les conviene ablandar medidas y arriesgarse a que al abandonar el confinamiento resurjan contagios.
Aquí no deja de sorprender cómo hay gente que prefiere creer que todo esto que ocurre es un truco, un montaje mediático. En las redes sociales se repiten las teorías conspirativas y se comparten supuestas curas o vacunas ante el COVID19. Muchos individuos, de manera irresponsable, al no cuidarse ellos mismos, ponen en peligro a los demás.
A ese paso, tal vez se tendrá que implementar lo que en otros países ya se ha hecho: que el Congreso de la Unión declare “estado de excepción”, que conlleva suspensión de garantías individuales. La Constitución General de la República Mexicana lo contempla: para garantizar el interés común, en situaciones de desastre.
Desde la actual perspectiva, podríamos insistir en revisar si lo que hizo y dijo o no el gobierno mexicano cuando la epidemia aún no nos tocaba fue lo más adecuado, o que si el sistema de salud corrigió o no sus deficiencias crónicas; pero no tiene caso. Tenemos qué enfocarnos en la sobrevivencia.
Ya quedó mucho muy atrás, también, la etapa en la que decir las cosas por su nombre equivalía a ser alarmista, catastrofista, amarillista. La información oficialmente disponible es más que suficiente para actuar.
Cuidémonos. Hay que medir cada paso que damos. No se trata de ser pesimista y deprimirnos, sino de objetividad; de claridad, ante una coyuntura sin precedentes.
Twitter: @JOchoaVidal