El suertudo del INSABI

La Grilla en Tabasco.

Suerte. Eso es lo esencial en política y administración pública: tener suerte, sin que cuente tanto lo demás. Un caso muy ilustrativo es el de Juan Antonio Ferrer Aguilar, el “arqueólogo” que es criticado en estos días por estar al frente del Instituto de Salud para el Bienestar, que substituyó al Seguro Popular.

En 1998, al cabo de tres años de actuación, lo cesó Roberto Madrazo del cargo de director administrativo de la Central de Maquinaria de Tabasco, luego de que el ex gobernador conoció una auditoría que arrojó un supuesto desvío de vales de combustible, de la enorme dotación entregada por Petróleos Mexicanos.

Esos vales, ayer como ahora, pueden ser cambiados por dinero en efectivo en cualquier gasolinería, a cambio de “mocharse” con el diez por ciento.

Según el expediente, al cual tuvimos acceso en su momento a través de la oficialía mayor del gobierno estatal, se recogieron testimonios de diversos servidores públicos y cómplices externos. “Madrazo prefirió no dar más armas a sus enemigos”, se nos explicó. No hubo acusación formal, ni escándalo; solo el chismerío en casa.

Sin despeinarse siquiera, Ferrer rápidamente encontró empleo como director de la zona arqueológica de Palenque. Sin ser arqueólogo, como dicen quienes hoy señalan que el responsable del INSABI debiera ser médico, ya traía buenas relaciones en el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Licenciado en administración de empresas, con cédula profesional 7302088, por el Instituto Tecnológico Regional de Villahermosa, en 1989 ya había logrado ser subdirector del Centro INAH de Chiapas.

En esa posición permaneció hasta 1993, cuando a través de sus relaciones con la alta burocracia de la institución y sin haber pasado, digamos, por la Escuela Nacional de Antropología e Historia o la UNAM en una carrera afín, ascendió a director de la zona arqueológica de Tajín.

Al finalizar 1994 se queda sin empleo; pero su amigo ya fallecido, Fernando Pérez Cobián, le abre la oportunidad en CEMATAB. A su vez, éste pertenecía al círculo más cercano a Madrazo.

Después de ser director en Palenque, tuvo similar responsabilidad en Bonampak y Yaxchilán, hasta 2004, cuando es ascendido a delegado del INAH en Tabasco.

Termina el régimen panista, pero otra vez el suertudo Ferrer Aguilar no se queda en la renata (reserva nacional de talentos): su amigo Humberto de los Santos lo nombra secretario del ayuntamiento y así desplaza incluso a otros más cercanos al personaje que durante muchos años fue “el hermano que nunca tuvo”, de Evaristo Hernández Cruz.

Más todavía, al anularse la elección municipal de 2015, el primer concejal Francisco le invita para quedarse al frente de la secretaría del ayuntamiento de Centro. Y de nuevo no se va a la banca cuando llega Gerardo Gaudiano, quien lo nombra director del DIF municipal.

Hasta ese momento, Juan Antonio Ferrer ya había mucho más que sobrevivido en gobiernos del PRI, PAN y PRD.

Y va de nuevo: el Presidente morenista lo puso al frente de uno de sus programas insignia.

A ese paso, el egresado del Tec, quien es llamado arqueólogo cuando muchos arqueólogos y antropólogos ya quisieran haber tenido la oportunidad de aplicar su formación, su conocimiento, en los referidos cargos, ha demostrado que tener suerte vale más que diez doctorados. Su salario es modesto: 97 mil 066 pesos netos.

Twitter: @JOchoaVidal

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.