Pueblo aguantador

La Grilla en Tabasco.

Más allá de las mejores intenciones, gobernar implica administrar bien y, para ello, contar con una agenda de riesgos. El gobernante, así se trate del Presidente de la República, o de los gobernadores o alcaldes, tiene que prever todos los escenarios posibles. No requieren ser todólogos, pero sí saber escuchar consejos y, para tal efecto, rodearse de colaboradores especializados en áreas específicas.

Puede resultar muy fácil incurrir en el exceso de optimismo y creer que echándole muchas ganas al trabajo, o en su caso “haciendo concha” ante los problemas, las cosas se acomodarán de uno u otro modo. No es así. Y el tiempo vuela, en tanto que la expectativa social es enorme.

Al cabo de muchos meses ya de desempeño, las autoridades debieran saber a qué atenerse y no confiarse, porque de entrada el panorama general que recibió el Presidente Andrés López Obrador el primero de diciembre es complicado y en los temas más diversos, como el económico, el de seguridad, el educativo, el de la desigualdad social, se da una dinámica que se entretejió a lo largo de años y meses.

El Estado mexicano cuenta con instituciones y herramientas de diagnóstico que periódicamente revisan el comportamiento de rubros como los mencionados. Ha costado mucho dinero y esfuerzo edificar esas estructuras.

Veamos, por ejemplo, lo que advirtió el 29 de mayo pasado el Banco de México en su reporte trimestral de evolución de la economía, correspondiente al primer trimestre de 2019 y que guarda estrecha relación con los pronósticos conocidos en los últimos días con respecto a cuál es el grado de crecimiento, o más bien decrecimiento, que a nivel país se contempla:

“Para atender los retos y rezagos que enfrenta la economía mexicana -advirtió Banxico- es necesario adoptar y mantener políticas que sienten bases sólidas para el crecimiento del país y que corrijan los problemas estructurales e institucionales que le han impedido alcanzar una mayor productividad y que desincentivan la inversión en el país.

“En este sentido, como se ha señalado en Informes anteriores, es prioritario robustecer el estado de derecho, de modo que, además de combatir la inseguridad, la corrupción y la impunidad, las autoridades competentes garanticen la certeza jurídica, el cumplimiento del marco legal y el respeto a la propiedad privada.

“Asimismo, una agenda clara con objetivos de largo plazo de políticas que impulsen el adecuado funcionamiento microeconómico, la competencia y una mayor eficiencia del uso de recursos de la economía, en conjunto con un marco macroeconómico sólido caracterizado tanto por disciplina fiscal, como por la estabilidad de precios, contribuiría a una mayor certidumbre y generaría mayor confianza en el país.

“Ello permitiría -concluye en su resumen el informe que se puede consultar completo en el sitio web del banco central- fomentar la inversión, elevar la productividad e incrementar el potencial de crecimiento del país, lo que redundaría en un mayor bienestar para todos los mexicanos”.

Todo ello no debe desestimarse. Ahora mismo, aquí en Tabasco, aun con los anuncios de inversiones y obras ya en proceso, no se necesita ser economista para identificar, a simple vista, el hecho de que persiste un serio problema económico y que demorará algo de tiempo antes de que comience a percibirse el alivio general.

No podríamos poner en tela de duda el gran esfuerzo que la nueva administración estatal realiza, así como también basta el sentido común para dimensionar que las obras de la refinería están atrayendo ya inversiones en Tabasco.

No obstante, por lo que resta de 2019 y parte de 2020 quizá, esa gran mayoría de población que está en dificultades, que enfrenta el acoso de cobradores de bancos y tiendas departamentales, o que no la ve llegar cuando hay que pagar nómina, deberá ingeniársela para resistir.

Resulta obvio que hay un sector de población que sí tiene dinero, e incluso hay empresas grandes y hasta pequeñitas que en medio de la crisis están floreciendo. Qué bien que así sea. Nos congratulamos por ello. Ojalá hubiere una fórmula mágica para poner fin a la disparidad. Pero para muchos la realidad resulta ser agobiante.

Twitter: @JOchoaVidal

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