Mezquindad, ¿sinónimo de austeridad?
Mezquindad. El alcalde de Xalapa. Foto de CS.
Nunca como antes Xalapa en la historia contemporánea, la capital del estado, había sido relegada, vilipendiada, socavada y minimizada por los gobernantes en turno, tanto de los titulares de los poderes Ejecutivo del estado como el Municipal.
¿Qué hizo la sociedad civil y ciudadanos de a pie para merecernos tanta acidez, lucha sórdida y despotismo del gobernador en turno para relegar a la capital del estado en la mayoría de las asignaturas?
A esto se suma que Xalapa, además de ser sede de los poderes constitucionales, asiento de la cultura, las artes y la ciencia, gobernada nuevamente por la oposición, recibe de su alcalde de extracción de Morena un trato desigual, inequitativo y asimétrico.
Estos dos ingredientes que ha tenido que digerir la vapuleada sociedad civil y ciudadanos de a pie, sin contar con la anarquía de los servicios públicos —gasolina, gas, transporte público, asunto de la Federación—, han sido el acabose para la otrora apacible capital del estado.
El gobernador del cambio, producto de la coalición PAN-PRD en 2016, Miguel Ángel Yunes Linares, ha hecho todo lo posible por socavar a la institución municipal y las normas de convivencia de la sociedad civil al grado de concatenar la extinción de las artes, el teatro, la música y encuentros culturales que antes distinguían a Xalapa.
¿Qué podía esperarse de un personaje sombrío y abominable como él si enfrenta una patología como el síndrome de Hybris? Ha sido año y 9 meses de sombras, de más oscuros que luces y de un revanchismo palaciego del desfondado gobierno de Yunes Linares.
La ciudad de las artes, el teatro, la música popular y clásica, se ha visto ensombrecida por la narcoviolencia, el disparo de los delitos de alto impacto social, la corrupción, complicidades abyectas de los altos mandos de la policía de la SSP y el fracaso de la lucha anticrimen ante la insolencia y soberbia del titular del Poder Ejecutivo.
Las principales localidades del estado que han sido tradicionalmente cuna de la artes y de espléndidos encuentros culturales internacionales como el “Ay Xalapa”, se han visto socavadas y minimizadas por los desplantes despóticos y caprichosos del gobernador en turno.
La capital del estado se ha ido apagando de los grandes eventos clásicos y populares. La Universidad Veracruzana, el tercer actor de la res pública, ha convertido sus espectáculos elitistas, clasistas y sin el ánimo de que éstos lleguen ampliamente a todos los extractos populares, al tejido social que se le ha marginado y excluido.
En más de 76 años de haber sido gobernada por un partido hegemónico (PRI), Xalapa no había sido tratada con desdoro por un alcalde de oposición como en el actual período de Morena con Hipólito Rodríguez Herrero, un investigador universitario que ha minimizado la capacidad de los egresados de la Universidad Veracruzana.
Con el triunfo opositor de Rafael Hernández Villalpando en las elecciones de 1997, quien derrotó por primera vez al PRI y mandó a su casa a su adversaria Rosario Piña Sánchez, Xalapa tuvo un período casi de esplendor y floreciente, de no ser por lo escarceos entre Rafael alcalde y el gobernador Miguel Alemán Velasco que terminó en el palaciego desafuero de aquel aciago 28 de septiembre del año 2000.
El arribo exitoso del investigador universitario Hipólito Rodríguez a la alcaldía de Xalapa, debería ser un ejemplo de su tesón, bonhomía, de su calidad humana y de su gran visión y capacidad para engrandecer la capital del estado, pero ha sido todo lo contrario, ha sido mezquino.
Con las tradiciones históricas y culturales de los mexicanos, que por estas fechas se honran como mes patrio, ha sido mezquino en revestir la ciudad, un plus que sirva para fomentar el turismo y apoyar a las cámaras prestadoras de servicio, bajo el argumento de austeridad…(sic). ¡Qué avaro!
¿Tenemos los gobernantes que nos merecemos? Habrá que celebrar el Grito de Independencia con un gobernador déspota, megalómano y paranoico y, un alcalde mezquino y con el síndrome de Alzheimer. ¡¡¡Uffff!!! ¡Qué pareja de gobernantes!