Cuando el poder corrompe

La Grilla en Tabasco

El juicio popular es implacable. A lo largo y ancho del país, no importa si el gobernante que se va hizo su máximo esfuerzo o si el que llega descubre a su llegada un desastre. Lo que el pueblo exige es: resultados.

La sabiduría popular dicta: no importa si roban, pero que hagan algo. De antemano se reconoce que hasta el más honesto casi invariablemente roba tan pronto tiene oportunidad de hacerlo. Pero eso se le perdona, siempre y cuando se vean buenos frutos.

Así ha venido sucediendo en Tabasco y el resto del territorio nacional a lo largo de unos ochenta años de aparente estabilidad social y política, si bien jamás de verdadero estado de derecho y democracia plena.

Tomás Garrido Canabal actuó cual sanguinario dictador que persiguió y asesinó a quienes consideró sus enemigos. No toleró la crítica, la libertad de expresión y de creencias religiosas. No obstante, su otro rostro, el de su obra social, lo hizo pasar a la historia bajo una visión suavizada al punto de que se le dice grande.

Francisco J. Santamaría poco pudo hacer para mejorar las condiciones de vida de sus coterráneos. Sin embargo, por su legado como intelectual y su gobierno que hizo posible la convivencia pacífica y la prosperidad en la economía primaria, alcanzó un alto sitio en la historia.

Carlos Alberto Madrazo se significó como el primer gobernador de las grandes obras y es bien recordado, aun cuando por un lado tenía un rostro amable y por el otro el de un dictador que no admitía críticas ni disidencia política. Resulta imposible cuantificar los casos de violaciones a los derechos humanos y crímenes durante su mandato.

Leandro Rovirosa Wade sembró las bases del Tabasco promisorio y es muy bien recordado por la histórica negociación con el gobierno federal que hizo posible un esquema de participaciones petroleras que lamentablemente las mal administraron o robaron posteriores gobernantes.

En el régimen rovirosista se forjaron, mediante el saqueo de recursos públicos y contratismo, inmensas fortunas. Sin embargo, los resultados en materia de obra pública, la permanente atención personal de don Leandro a la gente, opacaron todo lo negativo de su régimen.

Enrique González Pedrero entregó el poder a obesa y voraz burocracia.

Los sucesores de esos gobernantes han tenido claroscuros. Salvador Neme Castillo, por ejemplo, víctima de la mezquindad política, siempre quiso ser querido por el pueblo y lo dio todo por sus amigos y con quien se la jugó con él. ¡La lealtad recíproca! ¿Cometió errores? Sin duda. Pero hay quienes aún hoy, después de muerto, lo recordamos con cariño.

Al final, queda una lección: quien gobierna no deberá, en momento alguno, olvidar que el poder es efímero y que, como declaró Rovirosa muchos años después de dejar el cargo, para lo primero que se tiene que preparar quien gobierna es para ser “un buen ex gobernador”.

Los tiempos han cambiado, mas hay premisas que permanecen. Uno ve los escándalos y críticas hacia tal o cual ex mandatario o gobernador que va de salida, y resulta inevitable formular la pregunta: ¿para esto luchaste tanto? ¿Cómo quieres pasar a la historia?

Es hasta una cuestión de honor, de congruencia.

¡Qué lamentable el caso de Andrés Granier Melo! Tenemos muy presente la noche cuando lo conocimos, en casa del periodista Jorge Calles Broca, en unas mañanitas para doña Tere Calles Santillana.

Al paso de los años, siempre nos saludamos con afecto. Cuando fue gobernador, no hubo ocasión en que nos viera y de inmediato no nos diera un abrazo y la reiterada promesa de: “Reviso mi agenda y nos vemos pronto”. Jamás sucedió. Como a otros, el poder lo transformó. Triste final.

Twitter: @JOchoaVidal

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