Yo confío en que se respetará el voto
La Grilla en Tabasco.
A menos de cuatro semanas de las elecciones generales más complejas en nuestra historia, en Tabasco se percibe inusitado apasionamiento. La lógica indica que se debiera tener el más alto grado de participación ciudadana, tanto en las contiendas federales como en las locales. Los órganos electorales enfrentan el delicado reto de la transparencia, legalidad, certeza a los procesos y sus resultados.
En el ámbito local será la primera vez en que el aparato gubernamental emanado del partido gobernante no se involucre: es la hora en que no hay “línea” para favorecer a candidato alguno.
Incluso algunos se quejan de la escasez de recursos para pagar a los integrantes de su estructura de campaña y preparar lo que se ha dado en llamar operación electoral, si bien hay quien sí los tiene, producto del apoyo interesado de contratistas que ahora y siempre harán este tipo de “inversiones”, con la esperanza de verse beneficiados después.
Como ya se ha comentado en este y otros espacios periodísticos, los propios contendientes reconocen que el gobernador Arturo Núñez Jiménez ha cumplido su palabra de ser respetuoso de lo que señalan los principios constitucionales que rigen los procesos electorales.
A diferencia de lo que sucedió en sexenios anteriores, incluido el tiempo cuando gobernó uno que hoy es candidato a senador y que es muy dado a criticar lo que él no resolvió en su momento, no se operan programas oficiales para ayudar a los abanderados del partido en el poder.
Más aún, las circunstancias que a la corta distancia ya se observa que prevalecerán a finales de junio, confirman el razonamiento de que en definitiva no meterá las manos el gobernador para ayudar a tal o cual candidato. En el caso específico de Tabasco, tampoco se percibe que desde las delegaciones federales se pudiere intentar echarle la mano al abanderado presidencial del partido en el poder.
El gobernador ratificó el pasado sábado cuál es su militancia partidista. La Constitución le garantiza sus derechos políticos. Pero hasta ahí.
El primero de julio, más allá de lo que digan ahora las proyecciones electorales, los ciudadanos tendremos garantías de que se respetará nuestro voto.
No debemos hacer caso a las versiones trasnochadas que todavía en estos tiempos hablan de preparativos de fraude, cuando que en realidad todos los partidos tendrán representantes en cada casilla, los que recibirán copia del acta que registra el recuento de votos que se realice después de las seis de la tarde, y enseguida esa información se pondrá a la vista en un gran desplegado para quien guste revisarlo.
¿Habrá compra de votantes? Más bien la pregunta debe ser: ¿usted vendería su voto?
En varios países desarrollados eso de lo cual aquí por lo regular se acusan entre sí los tramposos, ni siquiera está prohibido, porque se supone que existe el libre albedrío: hasta allá llega, finalmente, la libertad del individuo. ¿Es moralmente cuestionable? Sí. Aquí, donde eso es ilegal, hay quienes en ello incurren, ya sea por hambre o también por desinterés.
Cuestión aparte es la de los actuales alcaldes: están obligados a ser imparciales y respetuosos de la voluntad popular.
Empero, en cada municipio los propios ciudadanos sabrán si lo son o si favorecen a determinados candidatos. Corresponderá a los electores decidir si venden o no su voto, si callan ante eventuales irregularidades o las denuncian formalmente; o si engañan a esos corruptores y, revirándoles la trampa, solo reciben la despensa, el molino, el dinero.
Usted no se enoje ni haga caso a los chismes. Solo prepárese para votar.
Twitter: @JOchoaVidal