Desigualdad y violencia, cambio impostergable

La situación por la que atraviesa nuestro país, la impotencia gubernamental para erradicar la corrupción (¿se puede gobernar con ese ejemplo?), la presencia de las más brutales expresiones de criminalidad e impunidad en la mayor parte del territorio nacional, la persistencia de la pobreza en que viven casi 60 millones de connacionales, la falta de oportunidades para más de 30 millones de jóvenes, la inequidad y la desigualdad que agobian a México, plantean la necesidad urgente de que la elección de Presidente de la República conlleve en esta ocasión un impostergable cambio de régimen para la Nación.

¿Cuántos de los 87 millones 800 mil ciudadanos registrados en el padrón electoral acudirán a las urnas el próximo domingo 1° de julio? Nadie podría responder con mediana exactitud a esa pregunta. Sobre todo porque el entorno ha sido contaminado por la incredulidad y la desconfianza. No obstante ello, cálculos apoyados en comportamientos anteriores apuntan hacia una abstención alta: 35 millones 800 mil electores.

Algunos analistas suponen que, de ser así, el domingo 1° de julio alrededor de 57 millones de mexicanos estarán ante una triple (pero endeble y engañosa) disyuntiva: 1) Cambiar para avanzar. 2) Continuar igual para empeorar y 3) Retroceder para aniquilar la   esperanza y los sueños de bienestar de millones de mexicanos.

Endeble y engañosa disyuntiva, decimos porque, después de 80 años de oprobioso ejercicio del poder, es trivial y hasta irresponsable suponer fatalismo suicida entre los mexicanos. Todo lo contrario, en sus manos está hoy el cambio de rumbo que necesita el futuro del país, de sus familias, de sus hijos. Y el único camino posible es cambiar para avanzar.

Es la hora de hacer realidad la esperanza de millones de mexicanos con un gobierno atento al mandato ciudadano y a la resolución de los problemas sociales, con un programa realista, factible y digno. México debe cambiar, va a cambiar, con la participación ciudadana que desde siempre ha impulsado Movimiento Ciudadano (antes Convergencia), hoy convertida en sólida fuerza electoral en el seno del Frente Ciudadano por México.

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