¿Le creemos a los demagogos?
La Grilla en Tabasco
Producto de la falta de cultura política aunque también vicio que quizá hasta esté en nuestros genes, hoy como antes nos encontramos predispuestos a creer que los gobernantes a elegir el primero de julio tendrán una varita mágica para resolver problemas como el desempleo y falta de oportunidades de vida, la inseguridad, las adicciones, la corrupción… y también nuestras frustraciones personales.
Lo expresamos hace seis años y debemos reiterarlo: en el proselitismo político resulta fácil prometer maravillas. Ciertamente, prometer no empobrece.
La cuestión es que el paciente -por decirlo de algún modo- arrastra enfermedades crónicas que no se resolverán de la noche a la mañana, porque a diario como personas dedicamos más tiempo a quejarnos y ver qué nos cae del cielo, que a trabajar.
El colectivo cree, por ejemplo, que corresponde al gobierno crear fuentes de empleo o dárselo en la administración estatal, municipal o federal. Con criterio populista fue como desde los regímenes de Leandro Rovirosa Wade y Enrique González Pedrero se abultó la burocracia, al punto de que hoy representa una pesada carga para el erario público y pues ni modo de echar a la calle a miles de jefes de familia.
Este miércoles nos enteramos de que la Zona Económica Especial con sede en Paraíso, Tabasco, de la que tanto se ha hablado, por fin quedó aprobada. Todo ello implica facilidades para que haya más inversiones privadas en la región y salgamos de esta crisis que nos está matando, si bien debe quedar claro que eso no se dará por mero decreto ni de la noche a la mañana.
La recuperación económica que se logre a través de este esquema estará entrelazado con la reactivación de la industria petrolera que de manera gradual, a un plazo (tentativo) inicial de dos o tres años, se tendrá con la llegada de empresas extranjeras; pero también constituye un mundo de oportunidades para la agroindustria que puede crearse a partir de que se retome la vocación agropecuaria y también pesquera de Tabasco.
En lo inmediato, lamentablemente, el panorama es muy malo. Este año, como el anterior, son fatales para las finanzas públicas al igual que para las empresas grandes, medianas, pequeñas y chiquitas. El gobierno, en todos sus niveles, atraviesa por severas dificultades que son del conocimiento público y le han pegado muy duro a las instituciones de educación superior.
Si un aspirante a cargo de elección le promete que todo esto va a cambiar tan pronto llegue al cargo, le está mintiendo. Analistas económicos prevén un cierre de sexenio complicado como ninguno en décadas. Y nos referimos, claro está, a todos los niveles de gobierno, independientemente de la calidad del desempeño de los actuales gobernantes.
Tampoco hay que perder de vista el hecho de que el mundo entero atraviesa igualmente por severas dificultades, agravadas por la explosión demográfica y el capitalismo salvaje que se tradujo en concentración mayor de la riqueza y crecimiento de la pobreza.
Y en verdad que es muy difícil que el conglomerado social entienda esto, lo que lo hace receptivo a la demagogia.
El año pasado me invitó un café David Gustavo Rodríguez Rosario para decirme que quería ser gobernador. Dijo que lo avalaban sus resultados; sobre todo, en materia de empleo. Le hablé de lo difícil que era convencer de ello a los potenciales electores y que las circunstancias globales superan a todo esfuerzo. Incluso le sugerí que quizá podría comenzar por la búsqueda de una diputación. Más tarde concluí que tener estudios de doctorado a veces no sirven de mucho.
Twitter: @JOchoaVidal