Maltrato institucional de los López hacia deudos de más de 200 mil familias por Covid-19

Foto: Cuartoscuro

  • Familiares de personas fallecidas a causa del virus denuncian que las autoridades federales fomentan la polarización y los ataques que sufren en las redes sociales cuando critican al gobierno federal por el mal manejo de la pandemia.

Ana Lucía Hernández /

LATINUS / MÉXICO.-El dolor de más de 200 mil familias que han perdido a un ser querido a causa de la Covid-19, se suma la indignación por el maltrato institucional de parte del subsecretario de salud, Hugo López-Gatell.

Familiares de personas fallecidas a causa del virus denuncian que las autoridades federales fomentan la polarización y los ataques que sufren en las redes sociales cuando critican al gobierno federal por el mal manejo de la pandemia.

“Es muy ofensiva la manera en la que se refiere a las personas fallecidas, no son números, no son cifras, eran nuestras familias, nuestros padres, hermanos, tíos… Los dichos del subsecretario son despreciables y carentes de empatía. Quiere nuestro silencio, quiere nuestra culpa, sin asumir el costo de sus pésimas decisiones. Desde Palacio Nacional nos acusan y resulta que todos tenemos la culpa menos ellos”, asegura Mariana Estrada Cerón, hija de Bonifacio Estrada fallecido en octubre de 2020.

En entrevista para Latinus, se refirió a las declaraciones del subsecretario durante la conferencia vespertina del pasado 25 de marzo, cuando el funcionario confirmó que México rebasó las 200 mil defunciones por Covid-19Gatell dijo que en los medios de comunicación hay una afición por los números redondos, “cada vez que se completa una cifra les gusta ponerlo”.

Mariana denuncia que la polarización incitada por el gobierno federal ha derivado en acoso, ofensas y señalamientos contra los deudos que levantan la voz, en su caso ha sido través de redes sociales:

“Nos lanzan a las hordas de bots con insultos. Me dicen que mi papá se murió porque se lo merecía, que seguramente no se cuidaba, cosas que ni siquiera saben. Me ofenden porque levanto la voz, me acusan, me agreden, cuando el gobierno fue el que abrió todo para que la gente regresara a trabajar sin realizar pruebas ni rastrear las cadenas de contagio. Mi papá se contagió porque él era el sustento de su casa y salió a trabajar”, asegura Mariana.

Critica que las autoridades engañen a los deudos Covid con ayudas que no llegan. El pasado 24 de noviembre, en la conferencia mañanera se anunció el Programa de Apoyos para Gastos Funerarios a Familiares de Personas Fallecidas por Covid-19. El presidente López Obrador aseguró que se trataba de “una acción moralmente obligada y solidaria”, el problema es que hay familias que ni siquiera han podido iniciar el trámite.

“El sistema no lo permite, primero había que dar de baja la CURP, escribimos correos, nunca respondieron. Después, el número de juzgado no aparecía en el portal y ahora no nos deja concluir el trámite. Llevamos cinco meses sin nada”, concluyó.

“El lado más triste de la pandemia”

Karla Álvarez asegura que no existen palabras que definan el dolor que ha dejado la pandemia: “Es una experiencia devastadora, es un shock, un dolor impresionante”.

Para ella no existe otro lado de la pandemia: “es una tragedia y punto”. Lamenta que el subsecretario López- Gatell considere que los medios de comunicación tienen “afición por concentrarse en el lado más triste de la epidemia” al abrir espacios para que las familias relaten sus experiencias, denuncien irregularidades y recuerden a sus seres queridos.

“Es muy importante que se le dé nombre a todas estas cifras de personas muertas por Covid. Realmente lo que hay son familias destrozadas. Los dos López están minimizando y mintiendo todo el tiempo, no les importa el dolor, no les importa la gente”, asegura.

En 15 días, Karla perdió a dos integrantes de su familia. La primera en contagiarse fue doña Cecilia, quien al parecer se infectó dentro de un hospital.

“Mi abuelita estaba internada porque tenía una cuestión importante en el corazón, le estaban haciendo estudios, también tenía afectación en el riñón, entonces llevaba dos o tres semanas en el Hospital Militar en la Ciudad de México. Nunca tuvo síntomas, si no que en la prueba de rutina que le hacían en el hospital salió positiva. Y ahí fue cuando mandaron a aislar y prohibieron la visita”, recuerda Karla.

“Mi mamá la cuidaba, entonces una de las hipótesis es que mi mamá se infectó en el hospital y ella llevó el virus a su casa, con mi papá. Aparentemente él no estaba tan mal, fueron al Hospital General de Tláhuac y de ahí los mandaron con medicamento de regreso a la casa”, agrega.

La mamá de Karla mejoró con el paso de los días. Su papá, todo lo contrario. Dos semanas después regresaron al hospital y lo tuvieron que intubar. Bernardo murió a los 59 años.

“Como ya habían pasado más de 20 días del contagio, permitieron que nosotros pudiéramos sepultarlo. Obviamente no pudimos verlo, no pudimos nada, nos entregaron la caja, todo sellado, emplayado y directo al sepelio”, concluye.

Su abuela pidió el alta voluntaria, no quería morir en el hospital. Regresó a casa y ahí la despidieron tres días después.

“No sé si sea la manera de describirlo, pero esto causa un tipo de estrés postraumático”

Arturo Peralta Ramírez era enfermero de cuidados intensivos. Trabajaba en el área Covid del Hospital General Regional No.1 del IMSS y también en la del Hospital Manuel Gea González de la Secretaría de Salud. Murió el 27 de septiembre de 2020 a los 55 años.

Su hija Ivonne cuenta que, desde el inicio de la pandemia, Arturo se cuidó muchísimo. Tomó todas las medidas para no enfermarse ni llevar el virus a casa: “Trataba de cubrir cada centímetro cuadrado de su piel, llegaba a casa en la noche con la ropa empapada de sudor y el uniforme en un bolsa. Lo primero que hacía era meterse a bañar, era muy cuidadoso”.

No hubo medidas que alcanzaran, la exposición constante a altas cargas virales le pasaron factura. “Un día dijo que no se sentía bien, el médico le dijo: te tenemos que hospitalizar sí o sí. Se fue el 11 de septiembre, entró a terapia intensiva, durante una semana estuvo de alguna manera estable, pero el 18 marcó el médico y nos dijo que había tenido un acceso de tos y que había costado muchísimo que saturara normalmente”. Arturo murió nueve días después.

Para Ivonne y su mamá, la experiencia ha sido de mucho sufrimiento: “tuvimos que cambiar el tono de los celulares, de las llamadas y de los mensajes, no sé si sea la manera de describirlo, pero causa un tipo de estrés postraumático. No sabes a qué hora va a sonar y si hay una mala noticia”.

Y agrega: “mi papá nunca quiso retirarse, decía: pienso que lo estamos haciendo bien y que hay muchas personas que necesitan que se les atienda. Siempre se mostraba optimista en cuanto a la recuperación de los pacientes, decía que si podían hablar, él marcaba a sus familias para que supieran que estaba bien”.

Critica que las autoridades no hayan sido estrictas para evitar contagios y fallecimientos. Lamenta que las malas decisiones cobren la vida del personal que trabaja para salvar a otros: “les faltó seriedad en el manejo de la pandemia, seriedad desde explicar las consecuencias, faltó poner el ejemplo del uso de cubrebocas”.

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