¿El destino nos alcanzó?

La Grilla en Tabasco.

Los gobernantes deben poner atención ante un fenómeno que se suscita en diversas partes de Europa y Sudamérica, y que con matices se expresa en nuestro país: una especie de rebelión social, de ruptura en contra del orden establecido; evasión masiva, desobediencia civil y, en el extremo, anarquismo.

En Chile, el alza a la tarifa del Metro de Santiago dio paso a protestas callejeras con actos vandálicos, no menos de once muertos, quema de infraestructura, exigencia de la renuncia del presidente y, entonces, el estado de excepción.

En Ecuador, ante la implementación de un programa de choque tendiente a corregir el desastre económico que dejó un anterior régimen de izquierda, se movilizaron indígenas, se produjeron igualmente actos delincuenciales, el correismo encontró la coyuntura para intentar derribar al gobierno y el presidente debió doblegarse.

Con distintos motivos o banderas, en días previos la protesta ciudadana dio paso a la violencia callejera en Barcelona y antes en París, Hong Kong y otras partes del mundo.

En México, el aún confuso caso de Culiacán -el Presidente Andrés López Obrador culpa ahora a los militares- mostró la debilidad del Estado Mexicano ante el poderoso Cártel de Sinaloa, como además ocurre en Michoacán, en donde el Cártel Jalisco Nueva Generación instaló retenes carreteros este lunes.

En concreto, estamos viendo un rebasamiento a las instituciones, por diversos motivos, en muchas partes del mundo.

Y uno de los ingredientes que detona todo y facilita en determinados casos la manipulación, es la pobreza, la fragilidad de la paz social que se acentúa cuando ya no hay respeto ni miedo de la gente a la autoridad, y también al momento en que las fuerzas policiales y militares son superadas en capacidad operativa y logística.

Hace casi medio siglo, la cinta Cuando el Destino Nos Alcance, Soylent Green, visualizó lo que en el futuro (nuestro presente) pasaría cuando la explosión demográfica y la incapacidad de los gobiernos para retener la confianza ciudadana, y prosperara la delincuencia, orillaría a la implementación de regímenes totalitarios: a instaurar medidas extremas.

Ese clásico del cine plantea una situación en el cual llegamos al extremo de comernos a los ancianos.

Realizada en 1973 a partir de una novela escrita en 1966 por Harry Harrison, la cinta ubica al espectador en el año 2022, en una ciudad con 40 millones de habitantes que es parte de un mundo bajo los efectos del cambio climático, con pobreza y riqueza extremas, en donde ya no quedó más opción que la dictadura para someter a las masas y anular las garantías individuales.

No se sabe qué tan cerca o lejos estamos de vivir algo semejante a lo que muestra la película, pero sí está claro que hoy los gobiernos, del signo político que sean, son rebasados por las patologías y exigencias sociales.

En México, el año pasado la mayoría ciudadana brindó la oportunidad a exponentes de un nuevo partido que dice ser de izquierda, para que cumpla sus compromisos en materia de abatimiento de la inseguridad, del incesante empobrecimiento popular, la corrupción de los gobernantes, así como desterrar la ineptitud y hasta la estupidez, al igual que la proclividad a mentir.

Basta el sentido común para percatarnos de que se viven tiempos mucho muy complicados; pero que el diagnóstico lo tenían las ya no nuevas autoridades al llegar al cargo. Se esperan, entonces, resultados concretos, específicos, tangibles. Y que ningún grupo de delincuentes se burle del gobierno.

Ya se sabía que esto no sería un paseo por el campo. Atrás quedó la etapa de echarle la culpa al pasado.

Insístase: hay ciudadanos de antemano convencidos, con la camiseta bien puesta, predispuestos a escuchar las explicaciones que se dan cuando se evalúan alcances de la gestión gubernamental y de sobremanera ante crisis como la que se refiere a los lamentables sucesos de Culiacán.

Empero, quienes nos gobiernan no deben confiarse, en virtud de que en nuestro país, en Tabasco, hay muchos ciudadanos que independientemente del sentido de su voto el año pasado, están muy sensibles ante todo lo que acontece.

Está en juego no simplemente la cuestión electoral del 2021, sino la paz social. Entiéndase.

Twitter: @JOchoaVidal

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