¡Ah qué pedrada!

Bastó que le arrojaran una sola piedrota para que se cayera el tinglado del muy mal llamado “segundo piso de la transformación”, sí, ese que según iba a ser muy técnico ya que, según decían, iba a ser conducido por una científica con grado doctoral y con estudios en el extranjero.
Y miren que el sainete protagonizado por la presidente y por los levanta dedos (senadores gobiernistas) no tiene precio y si no fuera porque la protección de los derechos humanos en México se ha visto seriamente afectada, sería digno de miles de carcajadas por mucho tiempo.
Veamos de qué se trató el asunto:
Todo comenzó cuando se acercó la fecha para designar a la persona que va a presidir a la Comisión Nacional de Derechos Humanos por los próximos cinco años y como esa facultad corresponde al Senado de la República, el oficialismo y su mayoría calificada procedieron con presteza a emitir la correspondiente convocatoria.

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Trump T2 E1

Como en las series, el pasado martes vimos el primer episodio de la segunda temporada de Trump en la presidencia de Estados Unidos y tal y como sucede en ese tipo de producciones, en la primera entrega vimos como no solo ganó el voto electoral, sino que también se llevó el voto electoral por un margen más allá del que se estimaba.
Muchos dicen que es difícil entender cómo un delincuente, ya convicto, pudo ganar unas elecciones presidenciales con tal holgura; más si vemos el caso mexicano de 2018 nos daremos cuenta que en estos tiempos es muy fácil que alguien que vive al margen de la ley lo haga.
Al elector de estos tiempos no le importan ni sus libertades ni tampoco sus derechos y lo único que le importan son sus emociones.
Estamos en la época de las redes sociales y los videos caseros de los influenciadores, quienes apelan más a las emociones que a las razones y por ello cada vez extraña menos que quienes son agresivos, burlones y violentos ganen en las urnas.

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El mes en que la “científica” se quitó la máscara

En un solo mes se cayeron todas las máscaras y el gobierno de Sheinbaum se mostró tal y como es: autoritario, retrógrada y con una vocación marxista trasnochada.
Ha pasado un mes y del auto eléctrico nada se sabe, tampoco de la construcción masiva de casas ni de algún otro de los compromisos desarrolladores de la sociedad, que más allá de su insensatez o de su sensatez, ofreció la presidente en su toma de posesión.
En cambio, la agenda pública ha sido dominada por la destrucción exprés del poder judicial, por la inhabilitación del control judicial sobre cualquier acto del gobierno y/o de su rebaño legislativo y por la militarización del país.
Así es, para el recién iniciado gobierno el desarrollo de los mexicanos se encuentra en un segundo plano y solo se atenderá cuando se pueda y si se puede. En cambio, el control constitucional, la destrucción del sistema nacional de transparencia, la eliminación de la regulación comercial técnica y autónoma (por eso se vio a Slim salir muy feliz del palacio), la militarización del país y la asociación entre gobierno marxista – bananero y mafias criminales, son la prioridad de la, solo teóricamente, doctora que nominalmente encabeza el gobierno mexicano.

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La soberanía del pueblo

Una mentira recurrente que en las épocas modernas profieren quienes desde la democracia alcanzan el poder y tienen la intención de terminar con ella, es invocar el concepto de la soberanía del pueblo para modificar arbitrariamente el marco jurídico a capricho.
Y basan esa mentira en que, al haber obtenido el poder, desde luego ganando las elecciones, cuentan con el respaldo mayoritario para poder hacer y deshacer a su libre arbitrio; siendo su argumento que el pueblo decidió en ejercicio de su soberanía, y que contra esa soberanía no hay norma ni autoridad que se le resista.
Sin embargo, eso no es así; porque, para empezar una votación ordinaria, por muy mayoritaria que sea, lejos está de ser indicativa de ser la voluntad del “pueblo” y eso se debe a diversos factores.
En primer lugar, hay que considerar que solo se somete a votación un determinado programa de gobierno, lo cual se denomina como “plataforma política” y a la persona que se va a encargar de llevar a cabo dicha plataforma en el marco de la normatividad vigente y aplicable al caso.

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¡Lotería!

Cuando me enteré que el presidente del Senado Fernández Noroña mandó a poner una tómbola con cientos de bolas para sortear qué jueces y magistrados federales se van air el próximo año y cuáles dentro de tres y en el colmo de la mofa majadera exclamó que ya de ahí se podían ir a despachar a la lotería, inevitablemente me vino a la mente la legendaria fotografía de Villa y Zapata sentados en la silla presidencial.
Y eso sucedió debido a que esa imagen es un recuerdo de una de las épocas más desastrosas que vivió la República Mexicana y solo comparada con la actual, la de la transformación que no fue.
Esa imagen que, quizá sea motivo de orgullo para muchos quienes a la luz del resentimiento se puedan sentir identificados en ella, más que en realidad es muestra de un momento en que para efectos prácticos el Estado mexicano no existió.
Así es, en el momento en que ese par de caudillos populares entraron en la capital de la República, las instituciones se encontraban colapsadas; ya que no había un presidente, sino dos, uno sin poder emanado de una convención sin control territorial y el otro respaldado por militares y que se hacía llamar “Primer Jefe del Ejército constitucionalista” Carranza, quién a la postre se impondría sobre los citados caudillos populares.

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Lo que realmente necesita la justicia es presupuesto

Hoy quiero comenzar haciendo unas preguntas:
Si alguno de Ustedes, muy apreciados lectores, ha sido víctima de un fraude, de un despojo, de violencia familiar, de un robo, de falta de pago de pensión alimenticia o de cualquier situación ilícita en la que el Estado tenga que intervenir para reprimir la conducta ilícita o imponer la reparación del perjuicio, ¿Cuál es el beneficio real de elegir a un juzgador para resolver el asunto?
Les puedo asegurar que de nada les servirá debido a que la resolución de los asuntos de ninguna manera será más rápida como consecuencia de la elección popular de los jueces.
Respaldo la afirmación anterior haciendo uso de una lógica muy elemental y poniendo como ejemplo un conflicto muy común y relativamente sencillo de resolver, puesto que no se requiere investigar criminalmente y solo con juzgadores especializados basta para atender el problema.
Sin temor a equivocarme, les puedo afirmar que uno de los conflictos más habituales en la sociedad es el que deriva de la obligación de dar alimentos a los hijos y en una menor medida a los padres y entre cónyuges.

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Segundas partes

Como dice el cintillo, López Obrador ya se fue a donde se tenía que ir y no le vamos a extrañar.
Terminó ese sexenio y quedará para la revisión histórica el confirmar lo que se viene diciendo sobre su nula calidad en los aspectos fundamentales para los que está diseñado el Estado: Seguridad, diplomacia, salud, educación, etc.
Ahora toca ver lo que sigue y comenzar a ocuparnos de la administración que recién comienza.
Dicen que las segundas partes muy raramente superan a las primeras y este caso muy probablemente no va a ser la excepción, ya que a pesar de que cuentan con un poder casi absoluto y, en apariencia, también con la estructura electoral para garantizar ese poder por varias décadas, no todo es tan sencillo como parece.
La generación de votos para la transformación que no fue ni será es como una rocola, sinfonola o cinquera, es decir, una máquina que genera muchos votos y niveles de popularidad altos mientras le introduzcan sus moneditas o cincos; y si no hay monedas, la fiesta se termina de inmediato.
Hasta ahora, ha funcionado debido a que han tomado los diversos fondos (como el Fonden) y los ahorros gubernamentales para tal efecto; sin embargo, el dinero tarde o temprano se acaba y, al parecer, eso ya está ocurriendo.

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México y la monarquía

Formalmente somos una república federal con una clara división de poderes, así lo dice la constitución y en esa creencia nos han educado durante décadas.
Tan es así que, salvo algunos consumidores de las “revistas del amor”, el mexicano promedio rechaza tanto a los monarcas como a quienes poseen algún título nobiliario (duques, condes, barones, etc.)
Solo que ese rechazo aplica solamente para las instituciones extranjeras y se magnifica a niveles extremos si la referencia es a la Corona Española; ya que, en ese caso, muchos compatriotas trasnochados se convierten en unos revolucionarios que dejan muy cortos a Robespierre y su pandilla.
Mas resulta que hacia el interior, el mexicano es mucho más monárquico que el nacional de cualquier país que en la actualidad tenga esa forma de gobierno, ya que solo bastó con que un merolico hablara bonito e hiciera brotar todos sus resentimientos, tanto contra otros mexicanos como frente a otras naciones, y ¡Pum! Nuestra democracia terminó su existencia sepultada por millones de votos y por algunas autoridades que no estuvieron a la altura del cumplimiento de su deber (INE, TEPJ y los poderes legislativos).

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Los dos Méxicos que deja López Obrador

El sexenio de López ya prácticamente es historia y salvo algunos arrebatos de histeria que pudiera tener, el final de su tiempo lo alcanzó.
Y ¿Qué nos está dejando?
Nos está dejando dos Méxicos muy diferentes, incluso contradictorios.
Y no me refiero a opositores contra lopistas, ni tampoco a clase medieros aspiracionistas contra los que no lo son, ni mucho menos a cuestiones de raza y todas esas tonterías que hemos escuchado estos últimos seis años.
Me voy a referir al momento actual, a la división existente en el momento en que López Obrador está a una decena de días de irse del que ha sido su palacio real.
Y esa división de México consiste en que, por un lado, se encuentran los oficialistas (desde el propio presidente hasta el último de los fanáticos de López) embriagados hasta las cachas de poder, quienes aprueban y aplauden a rabiar todos los caprichos del presidente saliente y, por supuesto, dicen que México no volverá a ser el mismo porque la transformación llegó para quedarse y no habrá poder humano o no que la revierta.

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La reforma que deforma al Poder Judicial

La reforma que deforma al poder judicial solo es el comienzo de la instauración de un régimen de corte fascista, y muy fascista, en un México que hasta ahora no ha sabido apreciar los valores de la libertad ciudadana y de la limitación del poder estatal.
Cuando vimos la reverenda porquería que fue la sesión del senado en que esa reforma que deforma al poder judicial fue aprobada, nos dimos cuenta que quienes ocupan escaños en nombre del oficialismo no son más que monos cilindreros, y con perdón para los animalitos aludidos, ya que en ningún momento abordaron la cuestión que estaban aprobando y solo se dedicaron sus intervenciones para burlarse y amenazar con la extinción a quienes no comparten su punto de vista.
El veracruzano Huerta Ladrón de Guevara con sus bravuconadas y vulgaridades al comparar su engendro con un trabajo de parto, fue uno de los más vivos ejemplos de lo que estamos hablando.
La actitud de estos farsantes, porque un legislador que no analiza iniciativas ni propone leyes es un farsante, fue tan cínica que propusieron decenas de reservas al proyecto que deforma al poder judicial solo para lucirse en la tribuna y cuando terminaban su espectáculo, inmediatamente las retiraban; y cómo no va a ser así, si no le iban a cambiar absolutamente nada a lo que envió el único legislador que tienen, su amo.

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