Cuitláhuac por fin se fue; la crónica del infortunio
Por fin se ha ido Cuitláhuac García. Hacer un balance de su gobierno es una crónica del infortunio.
Los veracruzanos ya le han entregado un singular reconocimiento: inscribir su nombre en los anales de la historiografía y de la memoria colectiva como el peor gobernador que ha tenido Veracruz.
En estos seis años fuimos testigos de cómo la democracia se convirtió en demagogia; de la destrucción sistemática de nuestras instituciones, no por una perversa construcción de la dictadura –como ha sucedido con la República-, sino a consecuencia de la incompetencia, frivolidad y esquizofrenia política de una horda de voraces aprendices de funcionarios públicos.
Utilizaron el poder y mancillaron la investidura. Gobernar no es bailar. Los saldos de estos seis años son terribles. Una tragedia.
Los documentos de la Secretaría de la Defensa Nacional, conocidos como “Guacamaya Leaks”, confirman que vivimos en un narco-estado. Durante esta administración, Veracruz ocupó los primeros lugares de la República en secuestro y extorsión.