Valores por encima de la discordia ¡Feliz Navidad!

En la víspera de Nochebuena, el país se encuentra atrapado por la vorágine de la narcoviolencia transexenal donde la fórmula atípica y humorística del poder público “abrazos, no balazos” ha resultado un fracaso, hacemos votos porque el crimen organizado haga una tregua para que la sociedad civil conviva con sus seres queridos en un marco de paz, concordia y unidad.

El tobogán que enfrenta el país –económico, político y moral hasta acabar en la narcopolítica-, no tiene  su origen hace 32 o 36 años por la política neoliberal como pretende hacer creer el conductor moral de la 4T si no data desde el régimen de Luis Echeverría Álvarez (1970/76).

Las pandemias sociales de esa fecha para acá se contuvieron con una política simuladora y mesiánica que maquilló la pobreza extrema  bajo una línea asimétrica y de corrupción. Cuánta razón tenía el liberal y filósofo mexicano Jesús Reyes Heroles en advertir que “no despertemos el México bronco” (1976/82).

Nace el 1 de enero de 1994 el EZLN, en Chiapas, para declararle la guerra al Estado mexicano, bajo la férula del  defenestrado Carlos Salinas de Gortari. Fue una bola de tres bandas porque el movimiento zapatista concatenaría una grave crisis política y económica con el crimen del candidato presidencial priista Luis Donaldo Colosio Murrieta. Y la financiera con el gris Ernesto Zedillo.

La descomposición social del país venía cabalgando como los siete jinetes del Apocalipsis, pero la clase política desfachada, indolente y soberbia dio vuelta a la página y a los consejos de los sabios para continuar en la orgía de la corrupción y del manejo patrimonialista de los dineros  públicos.

Paulatinamente el Estado mexicano se fue convirtiendo en un NarcoEstado, de norte a sur y de oeste a este (1994/80). La clase política obnubilada omitió el llamado de José López Portillo (1976/82) para evitar el descaro de la corrupción  que permeaba en el gobierno, cuando sentenció “No, nos  convirtamos en un país de cínicos”.         

El propio López Portillo fue un singular exponente de la corrupción,  simulación y patrimonialismo, quien al término de su gestión recibió de regalo una mansión llamada como La Colina del Perro, y se ensañó con la revista Proceso cuando le retiró la publicidad oficial por su línea crítica: ¡”No pago para que me peguen!”.    

VALORES

De Luis Echeverría a AMLO no hay mucha diferencia. En su discursiva hay singulares coincidencias bajo el lema de acabar con la pobreza del “tercer mundo” y acabar  con la desigualdad social, pero bajo esa careta hay una actitud acrítica.

Con Echeverría el periódico crítico Excélsior enfrentó un “golpe”, patrocinado por él, para expulsar a los directivos encabezados por Julio Sherer García que a la vera levantarían y darían vida en forma extraordinaria a la revista Proceso. Hoy,  el periodismo crítico enfrenta la peor estigmatización  del dueño de Morena y de la 4T que nos receta en las “mañaneras” con una amplia gama de descalificaciones, entrelazados con su catequismo transnochado.  

Pero qué tiene que ver la política con los valores. Pues tiene que ver con el tipo de país que tenemos. Un país con una grave descomposición social, que con el paso de décadas y regímenes fue perdiendo su esencia común del bienestar social.

La narcoviolencia se origina por la desigualdad, pobreza extrema, impunidad, corrupción, debilidad del estado de derecho, indolencia, soberbia y autoritarismo que en conjunto sería un Estado cleptocrático.

Los valores humanos han sido trastocados, pasados por el arco del triunfo, hemos caído en el materialismo para consagrar éxitos espurios sin importar daños colaterales. Del núcleo familiar hasta la esencia de la política, se ha pervertido la honestidad, puntualidad, responsabilidad, humildad, justicia, amor, paz y no violencia.

Para combatir el NarcoEstado que algunos expertos de seguridad del Pentágono de EU y de México advertían que se cimentó con mayor singularidad con Ernesto Zedillo (1994/2000/PRI) y Vicente Fox (2000/2006/PAN), urge revitalizar los valores morales en la sociedad civil y el aparato político de la 4T –estatal y federal-para inhibir a la narcofamilia.

¡No caigamos en fundamentalismos o divisionismos estériles!

No olvidemos en esta Nochebuena ser humildes y compartir con el menesteroso, el que menos tiene, el pan y la sal, para tejer el tejido moral que tanta falta hace falta a Veracruz. ¡Feliz Navidad!

Gaudencio García Rivera

gau41@hotmail.com                      

Twitter:@12horasver    

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.