Los columnistas o el chayote transgénico

La prometida lista de periodistas que recibieron fortunas del gobierno de Enrique Peña Nieto no ofreció sorpresas. Más de mil millones de pesos repartidos en apenas unas decenas de personas. En su mayoría se trata de conductores de programas de televisión y radio que a la vez publican columnas de opinión en algún diario. Joaquín López-Dóriga encabeza la lista con 251 millones y le siguen otros como Óscar Mario Beteta (74 mdp), Adela Micha, Ricardo Alemán, Raymundo Riva Palacio, Pablo Hiriart, Jorge Fernández Menéndez con cifras que superan los 20 millones de pesos, entre otros.

Tampoco es sorpresa que estos periodistas se encuentren entre los más acérrimos críticos del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que ha suspendido los pagos desde el arranque de su sexenio.

Tales cifras supondrían que estas personas habrían sido remuneradas por el gobierno priista, en cantidades que superan el salario nominal que recibían de los medios de comunicación en los que han venido participando. Cabría preguntarse en términos estrictamente económicos para quién realmente trabajaban. Por lo demás, es conocido que el gobierno del Edomex, el de la Ciudad de México y buena parte de los gobiernos estatales han invertido sumas millonarias en partidas similares, aunque los beneficiarios nunca han sido precisados. Las cifras, que no conocemos, podrían alcanzar montos verdaderamente escandalosos.

Y sin embargo, las cosas no son tan simples como parecen. Ciertamente en más de algún caso se trata de verdaderos extorsionadores de la pluma, capaces de cambiar su opinión a golpe de billetes, otros quizá simplemente se han dejado querer por lo que celebran sus opiniones. Pero también hay otros casos que habría que matizar antes de proseguir con el linchamiento desatado.

Desde tiempos inmemoriales la opinión pública en México ha conocido como “el chayote” a las partidas entregadas por el soberano a los periodistas que influyen en la opinión pública. Los sobres en efectivo entregados en mano constituyeron una ignominiosa práctica de la que poco a poco la prensa profesional comenzó a separarse.

Desde luego no era la única forma de cortejar a periodistas o atenuar el fuego de los columnistas críticos. Algunos más dignos nunca aceptaron un sobre con dinero, pero recibían con harta dignidad la concesión de una gasolinera, una licencia de bar, contratos generosos para imprimir las publicaciones de una dependencia.

La revolución digital modificó este modo de operación. Ahora los periodistas fundan un blog personal o un sitio de internet para colocar sus artículos y deciden aceptar publicidad “para el pago de los costos”. Eso les permite facturar, en nombre del membrete que utiliza para fundar su blog, cantidades ilimitadas pese a que el sitio tenga poco o nulo tráfico. La operación no es ilegal, por más que sea éticamente reprochable. El anunciante (es decir el gobierno) paga fortunas en un blog de pocos lectores porque en realidad lo que desea es comprar la buena voluntad del periodista en los espacios que conduce en su programa de radio y televisión o en sus columnas en diarios de circulación nacional.

El problema de la lista difundida es que no en todos los casos estamos hablando de un blog personal carente de tráfico. Varios de los periodistas fundaron portales informativos en los que trabajan reporteros y editores. El caso más evidente es el de Federico Arreola y SDPNoticias. Puede o no gustar la línea editorial de este sitio o las posiciones de su director, pero este portal acredita un tráfico importante y tiene gastos de operación considerables.

Otra cosa es preguntarse si los criterios de mercado justificarían las cuantiosas sumas entregadas a ese portal, misma pregunta que habría que hacer en los casos de otros medios tan beneficiados como las televisoras o diarios como El Universal y Milenio, pero esa es otra lista, y no la de los periodistas en tanto individuos. En menor proporción, porque se trata de portales menos destacados, es el caso de Eje Central y La Silla Rota, de Raymundo Riva Palacio y Roberto Rock, periodistas incluidos en la lista.

Mención aparte merece el caso del diario digital Animal Político inexplicablemente mencionado en una nómina de personas, salvo que se trate de mala leche.

Celebro que el gobierno de la 4T transparente estas prácticas que durante tantos años dañaron la posibilidad de un periodismo profesional, y aplaudo la posibilidad de que por fin la publicidad oficial se distribuya de acuerdo a criterios centrados en la penetración real de cada medio y su prestigio, y no en la censura, la compra de voluntades y el tráfico de influencias. Pero habría sido deseable, por lo mismo, evitar vendettas y mezclar peras con manzanas.

@jorgezepedap

www.jorgezepeda.net

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