Hacia un federalismo genuino

Unos historiadores apuntan que el mal de origen de muchos de nuestros problemas (de toda índole: políticos, económicos y sociales), proviene de hace casi 200 años, cuando el esperado federalismo estuvo prácticamente ausente de nuestras raíces institucionales.

Difícilmente pudo ser de otra manera, si analizamos el entorno geopolítico prevaleciente en 1824. Otros señalan, sin rodeos, la decisión histórica del presidente Plutarco Elías Calles, de propiciar el nacimiento (en el poder) del Partido Nacional Revolucionario (PNR), que habría de tener dos refundaciones más: una, por Lázaro Cárdenas, como Partido de la Revolución Mexicana (PRM), y otra por Manuel Ávila Camacho, como Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Lo único que no cambió, hasta la fecha, fue la oligarquía dominante. Prevalece intocable.

El déficit del arranque ha tenido vuelcos históricos (monárquicos, despóticos, reformistas, republicanos, revolucionarios, políticos y hasta dictatoriales), que hoy asechan al país en una encrucijada en la que parece estar atrapado, aunque se mantiene viva la vocación democrática, acosada por el autoritarismo y la ausencia de una relación genuinamente federalista entre la presidencia de la república, los gobiernos estatales y los municipios.

Por el contrario, estamos ante la persistencia de tentaciones centralistas, de poderes absolutos y sin contrapesos. En ellas asoma, cada vez con mayor brío, la supresión (total o amañada), de nuestra vida institucional. Está a la vista el empeño presidencial en descalificar al Instituto Federal Electoral, a los jueces integrantes del Poder Judicial de la Federación (promovió una maniobra a fin de prolongar, por encima de la Constitución), el mandato al frente de la SCJN; doblegar la resistencia de una oposición diezmada, todavía en minoría; en proseguir con la instalación de cuarteles para la hoy controvertida Guardia Nacional. Mientras tanto, el crimen se propaga impunemente por el territorio nacional con todas sus consecuencias. Puede decirse que la acción policiaca para detenerlo (la hay, aunque sea a cuentagotas), contrasta con la indolencia, casi indiferencia del presidente por los abusos delictivos en la provincia.

Y más todavía: el necesario federalismo como régimen político integrador, democrático e institucional de México, está siendo vulnerado desde Palacio Nacional.

CENTRALISMO PRESIDENCIAL

Por lo expuesto es relevante la propuesta presentada el pasado 5 de julio por nuestro compañero Eduardo Mendoza Ayala: instaurar la Oficina para el Fomento del Conocimiento y la Divulgación del Federalismo.

Entre otros objetivos, se trata de reforzar la exigencia de un nuevo pacto de coordinación fiscal, tal y como lo han expuesto ya el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez, y el próximo gobernador de Nuevo León, Samuel García Sepúlveda, ambos militantes de Movimiento Ciudadano, demanda que apoyan centenares de ayuntamientos emanados electoralmente de nuestra organización política.

Lo reiteramos: en Movimiento Ciudadano sabemos que la solución a los problemas de México no vendrá de los partidos de siempre, sino de los ciudadanos, de las mujeres y hombres libres que quieren el cambio genuino que necesita nuestro país, no cambios cosméticos o aventuras pretendidamente ideológicas y sin rumbo.

La propuesta que planteamos entraña la reformas a la Constitución en materia de federalismo. Promover la revisión a fondo de la desigual relación político-administrativa-financiera que hay actualmente entre el ámbito federal, los estados y los gobiernos municipales. Lo hemos señalado: está clara y vigente la intención centrista de controlar y someter a los gobiernos estatales y municipales.

La revisión anual de las finanzas públicas en aras de una mejoría distributiva en estados y municipios, a causa de factores muchas veces denunciados, es un fracaso: en los hechos, no hay coordinación real entre los tres ámbitos de gobierno; persisten complicidad, vacíos legislativos, corrupción, irresponsabilidad y uso discrecional de recursos con absoluta falta de transparencia.

Lo grave del asunto, señalado por analistas y expertos en finanzas y administración pública, es la concentración de facultades en una sola entidad: la jefatura del Poder Ejecutivo Federal.

El golpe es directo a las públicas finanzas de los gobiernos estatales y municipales. Golpe acentuado por recortes indiscriminados de recursos en aras de una “austeridad” torpemente entendida, reflejado en políticas públicas fallidas en materia de precios de combustibles, escasez de medicamentos, desabasto y/o carestía de alimentos básicos y deficiencia severa de servicios públicos para la población civil.  

La reforma propuesta por Movimiento Ciudadano es un primer gran paso. Estaremos atentos a la necesidad de mayor transparencia para las reglas de operación del sistema fiscal mexicano; del gasto público de la mano con el saludable recurso de las auditorías; de los criterios distributivos del Ramo 23 del presupuesto federal; del gasto en educación básica y aspectos de las deudas que enfrentan gobiernos y municipios.

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