AMLO: ¿El crimen es la respuesta?

El cobarde asesinato de Abel Murrieta Gutiérrez, candidato 

 a alcalde de Movimiento Ciudadano en Cajeme, Sinaloa, es  

un índice de fuego (uno más entre muchos)), que señala la 

ineptitud, el fracaso inexcusable de un elegido a quien se le 

confió la esperanza del pueblo urgido de atención. Ni odio, 

ni rencor, ni venganza, ni dádiva. El saldo es lamentable y 

triste. No se lo merecen quienes creyeron en su palabra.  

Luis Gutiérrez R. 

Acabo de enterarme del cobarde asesinato de Abel Murrieta Gutiérrez, candidato de Movimiento Ciudadano a la alcaldía de Cajeme. Es una muestra de ineptitud e ineficacia, si no es que de criminal intención, que el pueblo no se merece.  

Ocurre mientras el huésped de nuestro palacio nacional se dedica, como siempre, a combatir a sus “adversarios; a desperdiciar lamentablemente el poder que una parte del pueblo (no la mayoría, preciso), le confirió cuando el despeñadero del sexenio anterior le abrió la puerta del palacio nacional.  

La corte, silenciosa, temerosa, en algunos casos hasta cobarde, aplaude o calla. O mide sus palabras. No vaya a ser que… 

Me asalta la idea de que tenemos un gobernante sin rumbo, sin norte, con derrotero ideológico (o algo parecido), encadenado a sus fobias. Balbucea (no argumenta, porque no puede), una y otra vez, que toda la culpa es de los neoliberales.  

Y debo señalar aquí que el silencio es ensordecedor.   

¿Fascista? ¿Comunista? 

En su Breve historia de la mentira fascista”, el joven escritor e historiador argentino Federico Finchelstein (Buenos Aires, 1975), compara a Donald Trump “con uno de los mentirosos más infames de la historia”, el ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels. 

Además, refiere anecdóticamente que al explicar por qué su antecesor mentía tanto, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, dijo «Trump miente como Goebbels». 

Tomado de la presentación del libro citado: “Si de Hitler a Mussolini los líderes del fascismo capitalizaron la falsedad como base de su poder, esa historia continúa en el presente: ahora las noticias verdaderas se presentan como fake news y las noticias falsas se convierten en política de gobierno. La «post verdad«… tiene una larga historia política y un linaje intelectual bien preciso. Compendio vital sobre el momento sombrío que atraviesa la política contemporánea, esta no es solo una aguda historia intelectual del fascismo, sino un recordatorio urgente de la poderosa fuente de odio que subyace a nuestra era de negación de la realidad” 

México: ¿ante qué estamos? 

Tengo la convicción de que los años de dirigente del PRI en Tabasco, su cercanía (aunque estéril) con Carlos Pellicer o las lecciones políticas involuntarias o desperdiciadas del gobernador Enrique González Pedrero, no le sirvieron a Andrés Manuel López Obrador para madurar un buen programa de gobierno en caso de llegar algún día al palacio nacional o, al menos, al palacio de gobierno en Villahermosa.  Ni siquiera le sirvió su inocuo paso por la jefatura del gobierno de la capital del país (2000-2005). Tampoco quiso, o no pudo, construir un soporte ideológico firme, confiable, para ejercer el poder y atraer prosélitos que elevaran el nivel político de su gobierno (donde impera la mediocridad), o la calidad de los servicios que impartiría su administración.   

Se equivocó con Porfirio Muñoz Ledo, en tanto que Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano le impuso distancia. Los “acuerdos” con Manuel Camacho se perdieron porque muchos (entre ellos Camacho), olvidaron que el poder se dictaba entonces (como hoy), desde la presidencia de la república (el “arreglo” para que AMLO y sus huestes tabasqueñas salieran del Zócalo en el verano de 2006, con información del periodista Ricardo Alemán, no desmentida aún, apunta a que aquello fue un acuerdo en el que medió una fuerte cantidad de dinero. Gracias a Carlos Slim, un viejo amigo del ex consejero presidente del diario La Jornada, Carlos Payán Velver, logró mantener nexos con la directiva de ese periódico, pieza clave en el impulso político y mediático que recibió ese diario para llevar a López Obrador al poder. Recuérdese que uno de los primeros actos públicos de AMLO fue entregar a Payán, por conducto del Senado de la República (diciembre de 2018), la medalla “Belisario Domínguez”. 

Hoy: ¿cuál es el signo ideológico de la llamada 4T?  

MORENA y su jefe político, López Obrador, pregonan que están a favor de la democracia, que fue el medio institucional y constitucional que reconoció y protegió la victoria electoral de AMLO, vertida en más de 30 millones de votos, con que fue derrotado el PRI del presidente que Peña Nieto en 2018. Hoy, López Obrador afirma sin recato que el presidente del INE, Lorenzo Córdova, es “enemigo de la democracia”. 

Fiel a la fama que cultivó hace casi 40 años, su impreparación política lo mantiene profundamente inconsistente. Sus círculos cercanos le temen, aunque no confían en él. Ha arremetido contra absolutamente todo lo que se le oponga. Es una conductas irascible e irracional que en México mantiene la guillotina del miedo y del terror sobre al menos dos de los poderes federales y millones de mexicanos.  Y eso tiene un nombre: ánimo y convicciones dictatoriales, en defensa de un interés personal: conservar el poder a cualquier costo. 

¿Comunista? ¿Socialista? ¿¡Socialdemócrata!? ¿Liberal? ¿Fascista desfasado? ¿Neofascista? ¿Ante qué estamos los mexicanos? 

El domingo 26 de octubre de 2014, a cuatro años de asumir el poder por mayoría de votos gracias a la democracia mexicana que hoy impugna, AMLO llamó al gobierno “banda de malhechores”; banda para la cual no tiene todavía un programa de gobierno claro a fin de erradicarla. Por el contrario, mantiene vivos sus tentáculos.  

Hoy AMLO tiene el poder. Más de 200 mil muertos por Covid, 14  millones de más pobres, más desempleados que hace tres años y más víctimas inocentes de la criminal desatención y la ineptitud burocráticas en todos los sentidos.  

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