FGR: Karime, extradición o fracaso

De la gloria al infierno. Karime Macías Tubilla, su pasión: La equitación. Foto: Ilustración.

En las próximas dos semanas -el lunes 16 de noviembre-, Veracruz estará en los reflectores del país, si no ocurre o se registra algún suceso más importante, con la controvertida extradición de la exprimera dama del Estado y excónyuge del exgóber Javier Duarte, acusada por la desviación de 112 millones de pesos del DIF estatal cuando estuvo al frente.

Karime Macías Tubilla desde la aprehensión de Javier Duarte en 2018, negociada con EPN en Guatemala, según  Duarte, salió como Pedro por su casa, con sus hijos y su hermana. Ninguna autoridad le impidió que tomara el vuelo de Guatemala-México-Londres.

Se hizo patente el manto protector del gobierno de EPN, al igual que el cúmulo de denuncias de la ASF, que se apilaron, en contra de la administración de Javier Duarte, “el representante de una nueva generación de políticos”, según lo definió el propio Peña Nieto en 2012 en su gira proselitista por Xalapa.

Duarte puede dormir tranquilo –es tan cínico que no tiene el más mínimo remordimiento de los oprobios que cometió al amparo del poder público- en su solitaria celda del Reclusorio Oriente, porque a un año y 11 meses de la gestión del gobernador morenista Cuitláhuac García es intocable con las trapacerías que cometió al erario público.

Gracias a sus pactos en los drenajes políticos no se agregará a su condena de 9 años de prisión la desviación perversa de 55 mil millones de pesos de las arcas del gobierno de Veracruz, documentada oportunamente por la Auditoría Superior de la Federación.

En los entresijos del poder público, circula la versión no desmentida de acuerdos aviesos que celebró el anodino Duarte de Ochoa en 2016 con Cuitláhuac García, por conducto de mensajeros incondicionales,  para empoderar a Morena en el proceso electoral y al mismo tiempo cavar la tumba del PRI, su expartido.         

La perversidad de Duarte no tiene escrúpulos, el poder lo obnubiló como al romano emperador Julio César. Los tiempos se acortan. Vienen las definiciones para la famiglia Duarte y la FGR.

El próximo lunes 16 de noviembre, la Corte de Magistrados de Westminster, Londres, definirá en la audiencia si Karime Macías Tubilla es extraditada a México por el delito de desviación de 112 millones de pesos del DIF estatal cuando estuvo al frente.

En teoría, se supone que este sonado caso será un triunfo más para la FGR de Alejandro Gertz, sobre todo cuando la fiscalía tuvo que rehacer la demanda para que procediera ante la autoridad competente de Westminster.

Si la Corte de Magistrados emite una resolución negativa para México, los detractores y críticos de AMLO y de la FGR, a los que llama peyorativamente conservadores, tendrán elementos suficientes para argumentar que se  impusieron los acuerdos vergonzosos con el clan que representa Javier Duarte, por encima del estado derecho.

El probable triunfo de la FGR tiene una concatenación singular: si logra extraditar a la excónyuge de Duarte, su operadora financiera, también lograría extraditar a la hermana de Karime, Mónica Ghihan Macías Tubilla, acusada por la Secretaría de Hacienda por defraudación fiscal.

La consigna y autonomía de la FGR serán sometidas a prueba de fuego en un affaire que podría convertirse en un peligroso bumerán.

¿Pero a qué viene esta narrativa?

Con el clima enrarecido y dividido que ha generado en el país el Robespierre de la cuatroté para derruir el partegüas del viejo sistema neoliberal, la autonomía de la Fiscalía General de la República ha quedado evidenciada por las premisas mañaneras del catequista de Palacio Nacional.

La actuación de la FGR hasta ahora ha sido magra ante el titular del Poder Ejecutivo federal morenista, porque se ha visto rebasada por los anuncios espectaculares que realiza con la aprehensión por corrupción de exservidores públicos allegados al primer círculo presidencial de EPN.      

Hay una sistemática intromisión del Jefe de la Nación en las carpetas de investigación de la FGR, que ponen en tela de duda la controvertida ‘autonomía’ del garante del estado de derecho en el país y que se trasluce en un sometimiento oprobioso y letal.

Los buenos oficios y caballerosidad del titular de la FGR, Alejandro Gertz Manero, se van por la borda. La campaña moralizadora en el intríngulis del gobierno federal y de los estados es positiva siempre y cuando no haya consignas por fobias o filias, o se actúe con mano blanda con los de casa, con los gobiernos morenistas, porque se desvirtúa el objetivo.

En un año y 11 meses, el gobierno de AMLO, por más justo y honesto que el imaginario colectivo trata de ubicarlo como un gobernante progresista, ha sido el desencanto porque en lugar de cerrar heridas y secuelas de la batalla electoral provocó un cisma con todas las corrientes políticas, económicas y sociales, acusándolos de corruptos, lanzando todo tipo de epítetos y peyorativos, barriendo parejo con la mayoría de los sectores sociales del país.

El catequista de Palacio Nacional, se convirtió en poco tiempo en un presidente que gobierna por encima de los poderes Legislativo y Judicial, tutela a los organismos autónomos e independientes bajo pretextos baladíes. En suma mantiene sometido a los poderes.

Autor: Gaudencio García Rivera

gau41@hotmail.com

Twitter:@12Hrasver

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