La inocencia y el espaldarazo
La primera expresión de autonomía de Alejandro Gertz fue levantarse cuando le venga en gana y no a las madrugadas para ir a la conferencia matutina de su jefe y hacer, a veces, el papel de convidado de piedra junto a Olga Sánchez Cordero o Alfonso Durazo.
Fue como Cagancho. Si el negocio no da para levantarse a las 11, no es negocio.
Su autonomía se probó cuando el entonces su jefe y patrón les dijo a los reporteros: Alejandro Gertz ya no va a venir a las mañaneras.
Fue la primera persona en abandonar el gabinete presidencial. Después vendrían otros casos menos tersos y más complejos, con repercusiones y exhibiciones públicas de discordia y hasta de rencor.
Pero Gertz se fue con la bandera en alto. Silencioso y en concordia. Ni se había peleado con el Señor Presidente, ni había entre ellos (hubiera dicho López Velarde), “ni sombra de disturbio.”
En todo caso quizá haya algún rastro de agradecimiento, porque la fiscalía no se habría logrado si los senadores no acatan la sugerencia del Ejecutivo y votan tumultuariamente persuadidos, a favor. 91 votos. nomás a favor de AGM.
Para quien haya olvidado lo ocurrido el 19 de enero del año pasado, vale la pena recordar como a la “carnalidad” denunciada por algunos en el nombramiento de este fiscal, exprocurador del actual gobierno, el Partido Revolucionario Institucional, en ejercicio de su valentía opositora, dijo por boca de Jorge Carlos Ramírez Marín:
“…Hoy, amigos, el PRI no va a recurrir al antecedente de los que denostaban la cercanía hasta llamarla ‘carnal fiscal’, no va a tener la mezquindad de negarle al país el derecho de tener por fin un fiscal general, por el simple hecho de que reúne los requisitos para serlo, no venimos a sacar cuentas, ni creemos en los ajustes de cuentas…”
Pero esa es agua pasada bajo el puente. Y ésa, no mueve molino; como le dijo Luis Buñuel a Salvador Dalí cuando éste quiso reanudar una amistad rota hacía muchos años. En fin.
El caso ahora es notable. En un gobierno cuya más acusada característica es la frecuente incontinencia verbal, Alejandro Gertz ha puesto en práctica una de sus más conocidas habilidades: hablar cuando se necesita. Por eso su más reciente declaración ha sacudido al gobierno, no por otra cosa sino porque obligó al Señor Presidente a defender un saco ajeno. Expliquemos.
Gertz, quizá harto del frecuente protagonismo del “fiscal anticorrupción” en funciones de jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, dejó caer, así como quien apenas quiere la cosa, estas palabras:
“… La Fiscalía, como órgano autónomo, ha sido muy respetuosa de la presunción de inocencia, y qué bueno que usted lo señala porque hay unidades, no de la fiscalía, sino del gobierno, que no respetan esa presunción, le dijo a Socorro Flores, representante de México ante los organismos internacionales en Ginebra. Socorro Flores, quien le preguntó si México respeta las recomendaciones en materia de derechos humanos.
Obviamente la mención de expedientes en curso y los anuncios ante los ávidos medios sobre si se investiga a X o Z; favorecen a X o Z porque recurren a la denuncia de una violación del debido proceso, por la estigmatización y la anticipación en la visibilidad de sus causas, algunas ni siquiera iniciadas.
Eso facilita quejas ante organismos de Derechos Humanos y el amparo y posterior ventaja del delincuente, si se llegara a probar la culpabilidad.
Y quien termina perdiendo los casos es la autoridad. La Fiscalía.
Pero la autonomía, como el movimiento se demuestra ejerciéndola. Y también exhibiéndola.
En esas condiciones es justo notar cómo el Señor Presidente ha actuado en sentido inverso a la tradición. Habitualmente los presidentes son defendidos por sus colaboradores quienes son capaces de ponerse la soga en el cuello con tal de salvar la imagen de su jefe. Aquí ocurrió al revés.
Ante el señalamiento de vulnerar un principio jurídico (la presunción de inocencia), el Presidente ha dicho, todo me lo consulta aquel a quien Gertz ni siquiera señaló por su nombre.
Pues autorizada o no, la violación sigue siendo eso.
El permiso presidencial no anula la naturaleza de denuncia o queja de Gertz. En todo caso le da una doble paternidad a lo dicho por el Fiscal. Pero de todos modos, autorizada o no es una violación.
La burocracia dice: quien pregunta no se equivoca.
Mentira, si la respuesta es errónea, entonces se equivocan el preguntón y quien le responde. Disciplina no es exactitud.
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